A la mitad de julio de 1935 la alcaldía bañezana, presidida por Julio
Fernández de la Poza, emite un bando “contra el uso inmoderado de los aparatos
de radio que por su elevado tono causan molestias al vecindario, máxime algunos
que funcionan a altas horas de la noche”. Por las molestias que causan los
cochecitos destinados a conducir niños por los parajes donde se celebran los
paseos públicos, principalmente los domingos y festivos, se dispone poco
después prohibir dicho tránsito en tales días desde las siete de la tarde en
las aceras o lugares donde se acostumbra celebrar los paseos, castigándose las infracciones de este acuerdo con las sanciones
a que hubiere lugar. Otro bando establece al poco la obligación de los dueños
de inmuebles destinados a vivienda de desinfectarlos cada vez que cambien de
inquilinos, así como hacerlo de las habitaciones del difunto cuando sobrevenga
el fallecimiento de cualquier persona que los ocupe, a cuyo fin el ayuntamiento
facilitará los aparatos con los que ya cuenta, manejados por el practicante
municipal.
Propone en un pleno municipal del inicio de agosto el concejal-gestor Servando
Juárez Prieto (maestro de profesión) la construcción en los terrenos
municipales de la calle Pablo Iglesias de una plaza de abastos “para que puedan
ofrecerse a la venta con más higiene y limpieza los productos de alimentación”;
el edil César Seoanez Romero pretende que para ello se construyan los locales
adosados a la Iglesia de Santa María en la calle de la Verdura, antaño acordados
y de los que ya existe proyecto, y expone el también concejal Tomás Pérez
Benito (comerciante) que “resolver el problema del abastecimiento de aguas debe
ser lo prioritario”, asunto que se estima preferente, y se acuerda realizar
gestiones a dicho fin. También se resuelve publicar un bando y colocar cuanto
antes las señales o discos adecuados a las entradas de la población “para que
los automóviles circulen dentro de ella a velocidad moderada, y las bicicletas
hagan otro tanto, sin que tomen las calles y plazas como lugares para su
entrenamiento”.
Se decide en la sesión del 4 de septiembre remitir escrito a la
Compañía Telefónica Nacional para pedir “que el servicio de teléfono lo hagan
directo desde algunas ciudades de mayor importancia con las que desde esta se
sostiene gran comunicación, pues se da el caso de que para hablar con Benavente
tienen primero que comunicar con varios sitios”, algo que se conseguirá al
inicio de diciembre, cuando se instale hilo telefónico con León (ya en 1913 era
La Bañeza uno de los 16 lugares provinciales con los que se podía comunicar
desde la capital, según aparece entonces en la Guía de la Provincia), Astorga y Ponferrada, después de que se haya
trasladado la solicitud al director técnico de la Compañía y se interese en
aquel asunto ante su vicepresidente desde su nuevo y reciente cargo de
Comisario de los Ferrocarriles de la Zona Centro el bañezano Herminio Fernández
de la Poza, militar acogido desde 1931 a los beneficios del retiro de la
denominada Ley de Azaña, “al que se agradecen esta y otras gestiones
beneficiosas para el vecindario”.
A la mitad de septiembre regresaba de uno de sus frecuentes viajes por
España y el extranjero el alcalde Julio Fernández de la Poza, que en unos días
se haría de nuevo cargo del consistorio. En el pleno del día 25 de aquel mes,
que ya presidiría, se acordaba “adquirir una docena de cestas de alambre para
ser colocadas en la vía pública (a la casa Riviere y Compañía, de Barcelona,
primero media docena a modo de ensayo), para que en ellas puedan depositarse mondas,
papeles y otros efectos que se arrojan en el pavimento de las calles, donde tan
mal efecto producen, dándoles un aspecto grosero y sucio”. Cuando se coloque
aquella “ornamentación moderna de ciudades cultas, atavío industrioso, cestitas
de alambre que penden acá y acullá de los postes escogidos cual nido de
jilgueros pendientes de la enramada”, se dirá en El Adelanto del 7 de diciembre que “el señor alcalde es muy fino, y
que va a Londres muchas veces”, y que se canta la copla que señala que “Bañeza ya no es Bañeza / que es un segundo
Madrid / ¿Quién no ha visto en La Bañeza / las cestas del papelín / que mandó
el señor alcalde / colocar aquí y allí?…”.
Aquella preocupación por la higiene municipal debió de arraigar,
pues en la primavera y el verano de 1936, se hacían estampar en anuncios y
programas como los cinematográficos del Teatro Pérez Alonso textos como este: ¡Atención! No abandone este programa en la
vía pública. Si ha de hacerlo, deposítelo en las cestas destinadas a este fin.
(Ruego de la Autoridad Local).
La Plaza Mayor desde la calle Juan de Mansilla en una imagen de
aquellos años.
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