miércoles, 13 de marzo de 2013

Las visiones de la Semana Santa de mi ciudad


José Cruz Cabo
La primera imagen que tengo de la semana santa de mi ciudad, está vinculada al año treinta y cuatro, que vivia con mis padres en la calle Padre Miguélez, la calle de los recuerdos más tristes de mi vida, ya que en ella murieron mis cuatro amores: mi madre, mi abuela, mi hija y mi primera esposa. En la casa donde está el comercio de ropa, al lado del bar la Isla. Mi padre acababa de llegar de su trabajo como cabo de los serenos, y esperó a que pasara en la madrugada del Viernes Santo, la Virgen de la Soledad, de la Cofradía de Jesús, la hoy imagen de Fina Luna, que llegaba a dicha calle apoco antes de las siete de la mañana, para encontrarse con Jesús Nazareno en la Plaza Obispo Alcolea. Mi madre Everilda, nos despertó a mi hermano Manuel y a mí, nos envolvió en una manta y nos sacó al balcón. Al llegar a la altura de nuestra casa, mi padre, desde dicho balcón, le cantó dos saetas a la Virgen y en el silencio de la procesión, mi hermano Manolo, en voz alta, dijo “Viva mi Papá” y la procesión siguió su andadura hasta la Plaza de los cacharros.
También recuerdo que en la procesión de la tarde del jueves santo, en el encuentro de Jesús de la caida y la Verónica, en la Plaza Mayor, el miedo que me daba la mirada de la imagen de este Jesús, hoy gracias a Dios ya restaurado.
Después del año 38, hasta casi al final del 40, estuvimos fuera de La Bañeza y a partir del año cuarenta y uno, ya he seguido casi sin interrupción los enormes cambios que han sufrido las cofradías, las procesiones, y la forma de contemplarlas.
La Semana Santa comenzaba el domingo con la bendición de los ramos y palmas, que se hacía en la plaza Mayor y luego se entraba para la misa. Pasados unos años, la cofradía de Jesús Nazareno, compró el paso de La Borriquita y comenzó la procesión por las calles céntricas. La imagen llegaba a la Plaza, se bendecían los ramos y palmas y se hacía la procesión, como ahora. El martes santo, con el calvario de la cofradía de Jesús, ya el año 1945, siguió el miércoles santo, con la procesión de la Virgen de la Amargura, recién comprada por la cofradía de Jesús Nazareno, a Navarro Santa Fe, que comenzó a procesionar por el barrio del Jardín, hasta que a los pocos años, un vendabal de aire, le hizo cambiar de itinerario y ya solo procesionaba por las calles céntricas. El año pasado volvió a pisar el Jardín
Seguía el jueves santo alas cuatro de la tarde, con la procesión del encuentro, de la Cofradía de la Vera Cruz, entre Jesús Caido y la Verónica, que se realizaba en la Plaza Mayor con música de armonio y con cantos de motetes. Seguía al atardecer la segunda procesión del encuentro, entre la imagen de Jesús Nazareno y su maravillosa expresión, con la Virgen de la Soledad primero, después con la Virgen de Las Angustias y ahora otra vez con la Soledad, de la Cofradía de las Angustias, El encuentro solía realizarse a la altura del Comercio el Cielo, ya que las imágenes todas, tenían que entrar en la iglesia de Santa María, donde se decía el sermón correspondiente. El viernes santo, a las seis de la mañana salía la procesión de los pasos, de la cofradía de Jesús, los dejaban a la puerta de la iglesia de Santa María y unos hermanos entraban al sermón y otros a las tascas cercanas. A las cinco de la tarde, la procesión del Santo Entierro, de la cofradía de las Angustias, con la urna, escoltada por la guardia civil, con aquellos paños negros y el palio, también negro, donde iban los sacerdotes. Al llegar a la iglesia de Santa Naría, lo mismo a la entrada que a la salida, se tendían los paños en el suelo para que pasara la urna con Cristo muerto. la última procesión, de este día, era la recoleta de la Virgen de la Soledad, que salía de la capilla de las Angustias, a las nueve de la noche, y la gente iba cantando los motetes tradicionales, entraba en la iglesia y volvía a su capilla, dándose por finalizadas las procesiones de Semana Santa. El domingo de resurrección, se sacaba la custodia bajo palio, con la Cofradía del Sacramento, se daba una vuelta por la Plaza Mayor, y al llegar a la entrada de Santa María, se bendecía al pueblo y daba comienzo la misa.