sábado, 20 de septiembre de 2014

Murió Martín Martínez Martínez

Despedida emocionada a un amigo

José Cruz Cabo
En el corazón me traspasa la espada del dolor por tu muerte. amigo del alma, ya que fueron muchas las jornadas que vivimos juntos, con Nieves y Gemma a nuestro lado, así como las muchas aventuras periodísticas que nos tocaron cubrir.
En estos momentos de dolor, recuerdo cuando nos vimos por vez primera, yo era corresponsal de Radio Astorga y de “Diario de León”, cuando tu entrantes de locutor en radio Astorga y nos comenzamos a tratar. Después con Don José María Alvarez de director de nuestra  emisora diocesana, pasaste a jefe y venías a ayudarme a cubrir la carrera de motos de La Bañeza, me traías el sobre en que Don José María me agradecía el trabajo de todo el año, y me enviaba un dinero para que pasara las fiesta de mi pueblo lo mejor posible. Ese día era largo porque después de saber las clasificaciones de la carrera, ibamos los dos a comer a un restaurante, que en muchas ocasiones no nos cobraban.
También recuerdo tus consejos cuando tenía que enmendar o criticar lo que algún alcalde hacia mal y se metían conmigo. “Dales más fuerte, ya que tu haces las cosas por defender a tu ciudad y ellos cobran un buen sueldo”.
Las famosas fiestas ya desaparecidas, el día del patrón de la Radio, San Gabriel, que terminaban, después de la misa, con una cena que se alargaba hasta las dos o más de la madrugada, en la que con nuestras esposas y compañeros y compañeras, disfrutábamos a tope, sobre todo con los chistes de Emilio y la amabilidad de Don José María.
También hemos estado juntos en varios jurados del premio de poesía Conrado Blanco León, con Nieves y Genma, esperándo que finalizáramos el fallo para seguir con la comida que después nos daba, el amigo de ambos, Conrado Blanco González de imborrable recuerdo.
Las tardes del primer domingo de agosto en el  Castillo de Palacios, en poesía para vencejos, donde tantos años fuiste el presentador de los poetas y músicos y del Premio de Poesía Conrado Blanco González, que tardes de emociones poéticas y musicales, que gozabamos junto a nuestras esposas.
Todavía este julio pasado nos vimos por última vez contigo apoyado en Genma, Nieves y yo, cuando terminásteis de fallar el premio del año actual y cómo nos gozábamos de estar otra vez juntos despues de tiempo sin vernos. Te encontramos muy mejorado y te lo dijimos, ya que era un gran gozo para nosotros estar en vuestra compañía. Yo siempre te seguía a través de tus artículos en Diario de León y la semana que no escribías, le preguntaba a Ricardo por tu salud, que fue el que me dio la noticia de tu muerte. Siempre estuvimos pendientes de ti a pesar de la distancia. La alegría que llevamos cuando te hicieron Cronista Oficial de Astorga, y nos alegraron vuestras dos hijas, después de varios años de matrimonio sin familia.
También el cabreo y la desilusión cuando te despidieron de la emisora a la que tantos esfuerzos le diste y encima de forma un tanto anormal, que te trajeron tantos disgustos y esfuerzos durante bastante tiempo, hasta que el juez falló en favor tuyo, debido a que algunos miembros de la Iglesia española, piensan más en ellos que en los trabajadores.
En fin, fueron tantos y tan buenos los encuentros que tuvimos durante nuestra existencia, que las lágrimas no me dejan casi exponer mis sentimientos en el ordenador, pero no quiero que te marches sin mi despedida emocionada. Porque tanto Nieves como yo, nos unimos profundamente a tu esposa Gemma y a tus dos hijas, sintiendo que no puedas disfrutar más de tus nietos y esperando que tu hombría de bien, y tanto como trabajaste por la Emisora y por tu ciudad, estés ahora disfrutando con tu tío Augusto y explicándole las cosas que hiciste por la Historia de Astorga. Hasta siempre amigo. 

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Otra Maravilla de la colección Charín


José Cruz Cabo
La colección de la revista de Literatura Infantil y Juvenil “Charín”, ha entregado y puesto a disposición del que lo desee, el sexto tomo de dicha revista, que como los otros cinco anteriores, está bellisimamente ilustrado con dibujos del genial dibujante Fernando Noriega.
Comienza con una pequeña presentación del presidente de la Fundación Conrado Blanco, Eugenio de Mata Espeso. Sigue la directora del proyecto Charín, María del Camino Ochoa hablando de Palabras que no se las lleva el viento, y dice que el volumen impreso ahora, presenta dos secciones novedosas “La fábula” y “La Biblioteca del duende”. Sigue con una entrevista realizada por Camino Gallego al poeta y maestro Carlos Reviejo, que entre otras muchas cosas dice “No todo lo viejo es malo, ni todo lo nuevo bueno”. Continua con la “Biblioteca del Duende”, preguntando cuantos cuentos hay, texto de Alejandro Valderas.
Luisa Arias González escribe sobre “Real o imaginario”, donde se dan claves de actividades. El teatro, una herramienta en el aula, de Antonio Fernández  Arjona, explica cómo se debe implicar al niño en el teatro a través de la escuela. Con una explicación más detallada en “El títere rebelde”. Fernando Noriega da las claves para jugar a “De oca a oca y Rimo porque me toca” , con el juego completo dibujado por esta maravilla de dibujante con nuevas ideas. Pilar Geraldo Denia escribe sobre la “Creatividad del docente”, dando claves para acaparar mejor la atención del alumno. 
Mercedes González Rojo, escribe sobre “Relatos y poemas para forjar una vida”. Comienza la parte poética del libro con el premio ganador del concurso del año pasado, Rosa Diaz. siguen poesías preciosas de Pilar Geraldo, Carlos Reviejo, Yanitcia Canetti, Mercedes González Rojo y María del Camino Ochoa. El tomo continua con dibujos y pequeñas poesías realizadas por niños, que son una delicia. Vuelve el testo con un artículo de Rafael Cabo del Riego titulado “El corazón que Conrado terminó desde el cielo. 
El libro continua con más textos, éste sobre el cine en el aula, de Gonzalo González Laiz, titulado “El sonido de la música”, Eugenio Santos Isla tiene un texto titulado ¿Por qué una Fábula? Finaliza el texto hablando sobre la fundación Conrado Blanco y los actos realizados durante el año, por el patrono de la fundación Alejandro Valderas Alonso. Hay tres páginas de fotografías sobre actos de la fundación. Viene a continuación una poesía de Antonio Santos López titualada “La estrella y el niño”, sobre Conrado Blanco. Este maravilloso libro, finaliza con un artículo de María Oliva Fernández de la Fuente sobre el presidente de la fundación, el bañezano y notario jubilado, Eugenio de Mata Espeso, una maravilla de persona y de bañezano. Con la memoria de actividades de la fundación escrito por Luisa Arias González y la convocatoria del octavo concurso nacional de poesía infantil Charo González finaliza este precioso libro, que una vez más prestigia a nuestra ciudad y a cada uno de sus habitantes.

sábado, 6 de septiembre de 2014

52.- Teatros bañezanos.-

En 1845, frente a la cárcel de entonces, por el mismo regidor, Juan Antonio González Menéndez, que instaló el alumbrado público con farolas de petróleo, creó el cuerpo de serenos, impulsó el empedrado de calles y plazas, y potenció el mercado semanal, se construyó el Teatro Municipal (llamado también Teatro Viejo, y por su constructor Coliseo Bañezano) que luego quedó en salón de baile, después de los fallidos proyectos de reforma en 1882 (ejecutado en parte por el ilustre arquitecto Demetrio de los Ríos Serrano, restaurador de la Pulchra Leonina), y de nuevo en junio de 1920, hasta su derribo en enero de 1921. Antes, en 1908, habían asistido allí los bañezanos a las primeras sesiones del cinematógrafo, posteriores a las que unos meses antes iniciaba Patricio González en una amplia sala de su casa.
Hubo más tarde otros proyectos para edificar un nuevo teatro de la municipalidad, en febrero de 1919 (la subasta para su construcción quedó desierta por dos veces) y en marzo de 1921 (derribado ya el antiguo) que no tuvieron concreción. En el último, de reconstrucción en el mismo solar del derruido, “en las afueras, en un lugar con construcciones de estética vetusta y en pugna con la higiene” (asolado por las periódicas riadas que desbordaban el reguero que transcurría por uno de los laterales del viejo coliseo causándole humedades, y reumas a quienes lo frecuentaban), se abandonaron los materiales del derribo y las obras iniciadas con parte de una pared ya levantada, seguramente motivado por la extensa petición de residentes bañezanos (más de 120) en su contra y a favor de la edificación, tampoco realizada, en la que era nueva zona de crecimiento de la ciudad: la estación férrea. Una amplia protesta hubo también años antes de 1916 (en julio de este año se alude a ello en La Crónica) que impidió el decidido derribo y la sustitución del viejo e insuficiente teatro, lo que privó a la ciudad de contar con uno adecuado a las necesidades de la población y acorde a los disponibles en otras de su misma o inferior categoría. 
Se inauguró en febrero de 1923 el Teatro Seoanez (profundamente reformado y reabierto de nuevo como Cine California en 1948), en el que además de funciones teatrales, revistas, comedias de aficionados y zarzuelas, se proyectaban películas “explicadas” por el comentarista y acompañadas de una orquestina que ejecutaba piezas musicales y de la que pudieran haber formado parte los músicos apodados “Chela” (Emilio Fernández González) y “Pajarica” (Toribio Santos Santos). En la sesión inaugural se proyectó “El gran misterio del ‘radio”, una película de las llamadas “de jornadas o episodios”.
El Teatro Pérez Alonso, culminada no ha mucho su restauración como Teatro Municipal, abrió sus puertas el domingo 27 de abril de 1930 (desde años antes se celebraban tertulias y veladas poéticas en los salones del Casino de La Unión) por iniciativa del abogado Gaspar Julio Pérez Alonso y de su mujer Emilia Alonso Pérez (parece ser que la había deslumbrado la grandiosidad de los teatros leoneses –el viejo Teatro Principal y el Alfageme, más reciente- y quiso para su ciudad otro de parecida suntuosidad), después de casi dos años empleados en su construcción (a la mitad de 1932 dotaba el empresario de agua a presión el Teatro y su casa de la Plaza del Obispo Alcolea), en el lugar que había sido sastrería de José Cabo Verde, y que 400 años antes ocupara un molino de dos piedras de aceite de linaza sobre la zaya que recorría toda la antigua calle de la Madera (hoy Padre Miguélez) hasta desembocar en la plaza de los Reyes Católicos, donde se asentó el coliseo municipal de antaño, abrazado en un lateral por el reguero que alimentaba aquel embalsamiento, y según proyecto del arquitecto Francisco Javier Sanz Martínez (había construido en León en los años 20 el Hotel Oliden, y construiría en 1946 el Teatro Trianón), que concibió un recinto espectacular de estilo italiano en el que la vida cultural y social se dieran la mano, pensando en una burguesía bañezana que acudía a las funciones atraída por obras, músicas o actores, y también para ver a sus vecinos y mostrarse ante éstos, y lo hizo celebrando un festival benéfico en el que, con la presencia del gobernador civil, el presidente de la Diputación y el Inspector provincial de Higiene, se representó la zarzuela “El Huésped del Sevillano”, interpretada por un grupo de señoritas y jóvenes de León, cuya recaudación se destinó al Dispensario Antituberculoso de la capital, ubicado en el Instituto Provincial de Higiene, y que también se inauguraba por aquellas fechas.

Aquel mismo año, durante el estío bañezano, la Real Coral de Zamora redondeaba los actos inaugurales con un ameno y aplaudido concierto, y antes de la cruenta guerra civil (que no lo fue poco en La Bañeza), se vivieron en aquel teatro momentos de tan extraordinaria brillantez como el gran concierto dado por el Orfeón Leonés, dirigido para la ocasión por Rafael Chico, un magno acontecimiento en el que destacó la interpretación de la Suite de canciones populares bañezanas escritas por Leonardo Ruiz García.   

51.- Reclamaciones y críticas desde El Jaleo.-

Reflejo y fruto del esplendor cultural asociado al desarrollo industrial experimentado en La Bañeza en las primeras décadas del siglo XX, surge en 1913 el periódico El Jaleo, publicación popular y diferente a todas las numerosas que hasta aquella fecha habían visto la luz en la ciudad: “Amor, desinterés y desahogo; alegría, entusiasmo y bailoteo” fue su lema. Satírico, gracioso y chispeante, capaz de sostenerse sin anuncios comerciales. Poco más de un año tuvo de vida aquel “periódico mensual fantasma-satírico-cómico-bufo y humorístico”, como rezaba su portada. Su equipo de asiduos colaboradores y sus sucesivas redacciones, estuvieron “compuestas de conservadores, liberales, socialistas, republicanos, jaimistas y ácratas” a su propio decir, y entre el 23 de noviembre de 1913 y el 7 de febrero de 1915, fechas de su primer y último ejemplar, mezclados con las abundantes composiciones simpáticas y jocosas, aparecen algunas agudas y a veces corrosivas críticas y denuncias sobre la vida ciudadana y la política provincial y municipal del momento, salpicando los variados aconteceres que se narran en sus habituales ocho planas, “acogidas con cariño y compradas principalmente por la clase obrera”, además de chanzas a costa de los pleitos por la alcaldía entre los liberales y conservadores locales, y de éstos entre sí.
A lo largo de todos los números que van siendo publicados se hace una insistente denuncia (escasamente atendida, a lo que parece) del estado ruinoso de los edificios que albergan el Estudio, la antigua Panera de la Villa (en la que se guardan los gigantes y cabezudos), y las iglesias de San Antonio y la Piedad (seguía denunciándose que su torre ofrece ruina en enero de 1934, lo que desmentirá el informe del arquitecto municipal el 25 de julio de aquel año); se clama por el arreglo del Teatro Municipal y porque se sanee su retrete, y por la desaparición del cementerio viejo, por la construcción de aceras, y por la mejor visibilidad del borroso reloj de la Villa; se critica la falta de aguas potables y se urge su dotación, los numerosos pozos negros de tantas casas; las aguas sucias y de lluvia vertidas a las calles a través de inmundas cunetas o colagas, y la ausencia de recogida de basuras, suplida por la vespertina procesión de latas en que para su vaciado se acarrean los residuos familiares del día, deficiencias higiénicas todas ellas que, junto con la retirada del abono a cualquier hora de las casas campesinas, la cría de gallinas y cerdos sueltos por las calles de los barrios y las porquerías arrojadas al reguero que recorre algunas calles, coadyuvan a que se den endémicas afecciones como el paludismo y las fiebres tifoideas, y a que “La Bañeza siga siendo un semillero de enfermedades”, condiciones que aún se mantenían en 1932 y que en las calles del Marqués de Cubas y del Carmen denuncia repetidas veces desde La Opinión y su pseudónimo de El Alguacil Corchuelo José Marcos de Segovia, persistentes cuando en septiembre del siguiente año se ha de clausurar algún pozo público por la epidemia de tifus desatada.
Esta lamentable situación, o sus residuos, hubieron de ser necesariamente afrontados y corregidos unos años más tarde, en 1918, para combatir la epidemia de gripe declarada con medidas higiénicas que debieron de ser próximas a las dispuestas en la cercana ciudad de Palencia y su provincia, entre ellas la recogida de aguas llovedizas, la prohibición de criar cerdos y conejos en las casas, de depositar basuras en las cuadras y corrales, y de arrojar a la vía pública aguas sucias, aunque todavía en los partes diarios de la Policía municipal de los años 1941 a 1949 son notablemente abundantes sus intervenciones, y las multas, por verter desperdicios y aguas negras y por sacar abonos, albañales y gallinas a las calles, las mismas deficiencias higiénicas contra las que tanto se había clamado desde El Jaleo, y que contrastan con las preocupaciones cívicas y medioambientales de las corporaciones bañezanas de la primavera y verano de 1936, que hacían estampar en anuncios y programas como los del Teatro Pérez Alonso textos como este: ¡Atención! No abandone este programa en la vía pública. Si ha de hacerlo, deposítelo en las cestas destinadas a este fin. (Ruego de la Autoridad Local). Eran aquellas cestas las instaladas en algunas calles bañezanas en 1935 por el alcalde Julio Fernández de la Poza, una mejora copiada seguramente de lo observado en sus frecuentes  y a veces internacionales viajes de negocios.

            También se proponen desde El Jaleo soluciones y remedios, como la adquisición de un carro de la basura (la famosa cuba de años posteriores arrastrada por un decrepito jumento a cargo de Nicolás Alba Guadián, que unas veces, deteriorada, se reclamará se sustituya, y otras sea retirada por el por tantos años pendiente y deseado alcantarillado), la existencia de servicio de bomberos, la actuación de la Junta y la Inspección de Sanidad, y la traída de las aguas que tanto tiempo aún demoraría.

50.- Augusto Valderas Blanco, “un alcalde de la cáscara amarga”.-

El Sorbete, semanario cómico-bufo-charlotesco y de temporada, salió los domingos, desde el 3 de julio al 30 de octubre de 1921 (“hasta que las viñas estén en sazón”, había prometido mantenerse), y desde el 14 de mayo al 4 de junio de 1922 (al menos) en su segunda época. Fue su lema “chirigoteo y guerra al spleen”, y desde su primer número, o “servicio” (que costaba 15 céntimos) añadía en su cabecera “no necesitamos censuradores”.
Se hace eco el 7 de agosto de 1921 el semanario de la iniciativa de que cada provincia regale de inmediato un aeroplano con su nombre y cargado de regalos para sus soldados como estímulo patriótico y auxilio del Ejército de África, y encabeza con cinco pesetas la suscripción que abre en La Bañeza para la adquisición de la aeronave “León” que visitará en su día a nuestros paisanos que luchan allende el Estrecho. Si la colecta no se generalizara en la provincia, añade, lo recaudado se enviará a Melilla para repartir entre los soldados bañezanos, lo que debió de suceder, pues ya en el número siguiente se presenta como “abierta por El Sorbete en obsequio de los soldados bañezanos que se encuentran en África”. De su éxito dice que no se cerrara el 2 de septiembre como en principio se había decidido, y que a la fecha del 23 de octubre se habían recaudado 1.973,65 pesetas con las aportaciones de numerosos vecinos de la ciudad.  
 Y es que el ejemplar del 31 de julio había expandido aquí los ecos del desastre de Annual de nueve días antes, y exigido “un plan serenamente meditado para África, que decida entre el absoluto abandono del Protectorado o la guerra sin cuartel, a sangre y fuego y de exterminio, en unas hostilidades diarias que ya duran doce años, sacrificando miles de hijos necesarios para la agricultura, el taller y la fábrica”, y a las que acababan de ser enviados varios oficiales y soldados amigos y paisanos de sus redactores, embarcados para Melilla con las tropas del Regimiento de Infantería Burgos que guarnece León y que permanecería destacado en Ceuta y Melilla hasta 1927 (como ya lo había sido en 1909 en los mismos territorios; por sus servicios telegráficos en la campaña de Melilla en aquel año se asigna gratificación de 99,21 pesetas en octubre de 1918 al bañezano Miguel Martínez Blanco).
De África se siguió tratando con frecuencia en las publicaciones que siguieron: en la del día 21 de agosto se informa de la reunión habida en la Casa Consistorial para nombrar, según dispuso el gobernador de la provincia, una Junta encargada de arbitrar socorros para los heridos y enfermos de la campaña de Marruecos, la que formaron, entre otros, el cura párroco, el diputado provincial, y los  presidentes de la Cruz Roja y de las Sociedades: Obrera, San José, de Labradores y de Caridad, que decidieron ofrecer para ellos un número de camas del Hospital de la Vera Cruz, y crear además otra Junta de señoras, como también ordenaba la autoridad provincial.
Se cuenta en la siguiente el rechazo de la Junta directiva del Casino La Unión de la propuesta de su presidente de celebrar allí una velada teatral a beneficio de los soldados desplazados a la lucha, y de hecho por la del 4 de septiembre sabemos que en tal fecha se celebra una patriótica manifestación por las calles bañezanas acompañadas por la Banda de Música y postulando para ayudarles y aliviar sus amarguras, y que Gabriel González, propietario de El Recreo, ha ofrecido su salón para organizar un baile con igual fin. Se incluye en los ejemplares de estas fechas una nueva sección, “Carta de Melilla”, en la que en lenguaje leonés y campesino traslada a su novia Raimunda sus impresiones africanas el soldado Benito Calandro que la firma, y un inflamado poema de Nicolás Benavides declamado en la despedida para Marruecos del 14º Regimiento Ligero de Artillería de guarnición en Valladolid, de cuya Brigada es Jefe, al que enaltece a “doblegar y castigar sin piedad a aquella raza atrasada que el progreso mancilla”...
Cambia La Bañeza de alcalde entre la fecha del último número de la primera época (30 de octubre de 1921) y el primero de la segunda (14 de mayo de 1922), y lo es ahora y desde hace mes y medio Augusto Valderas Blanco, licenciado en Filosofía y Letras, miembro del Benemérito Cuerpo de Correos, comerciante, agricultor, avicultor, viticultor, exlerrousista y exabonado a la Electrica, se dice de él en la nueva sección “El Retablo” de El Sorbete, y se le señala como “liberalísimo engendro de la mayoría liberal”, e incluso se le califica “de la cascara amarga” y de “prosélito y propagandista de la República, capaz de separar la Iglesia del ayuntamiento; más republicano que Pi y Margall y rigiendo un municipio monárquico”. De él esperan mucho, “más que de los alcaldes que van a misa de doce; incluso la traída de las aguas y el Teatro que sigue pidiendo a gritos todo el pueblo”, mientras, dice Ventura García Becerril, aumentan los acaparadores, logreros y monopolizadores que hacen subir las subsistencias y multiplican incluso para los espíritus sensibles y elevados las dificultades diarias para llenar el prosaico puchero. Para evitar aquellas subidas que tantas crisis de consumos provocaban, en los años siguientes se remitían quincenalmente al menos desde los ayuntamientos cabeza de partido las variaciones de precios de los productos de primera necesidad a la Junta de Abastos provincial. 

49.- La Sociedad de Socorros Mutuos La Caridad de La Bañeza.-


El 1 de abril de 1885 se fundó en la villa bañezana la sociedad de asistencia y de socorros mutuos denominada La Caridad. Por las mismas fechas se creaba con idéntico nombre e iguales fines otra sociedad en Valencia de Don Juan, a semejanza de la que ya existía en León desde 1879 y de la que se crearía en Astorga en 1897.
  El reglamento por el que desde entonces se venía rigiendo fue modificado el 30 de noviembre de 1898 por una comisión de asociados de la que formaron parte Modesto Ruiz García (presidente de la Sociedad), Joaquín Santos, Nicolás Posada (celador), Victoriano Toral Vidales (tesorero, y presidente posterior), Severiano Santos Fraile (censor), León Vázquez, José Moro, y Marcos Pérez González (secretario). Fueron entonces miembros de la Junta directiva, además, Gaspar Palau (vicepresidente), Jesús Casas (interventor), Eulogio Ruiz (vicesecretario), Tomás Astorga (celador), y Nicolás Santos (censor). 
Su finalidad era el auxilio de sus asociados, residentes en La Bañeza, mayores de 18 años (y con permiso de sus ascendientes o tutores los menores de 23 no emancipados), gozando de buen concepto público y de buena salud, y no habiendo sido penados, siendo la Sociedad “por su naturaleza y propósitos, absolutamente extraña a todo concepto político”.
Los socios numerarios aportaban la cuota mensual de una peseta además de la cantidad de 11, 15, ó 20 a su entrada según fuera su edad de hasta 30, hasta 40, o de más de 45 años, lo que les daba derecho a ser atendidos en sus enfermedades ellos y sus esposas por el facultativo de la Sociedad y a que se le suministrasen los medicamentos precisos para su curación; a ser socorridos con una peseta diaria mientras dure la misma; al auxilio de 10 pesetas para gastos de viaje para ser operado, consultar, o tomar aguas o baños medicinales; a ser acompañados en su enfermedad (si fuera necesario) por otros dos socios durante la noche; a que a sus esposas se les abone 35 pesetas a su fallecimiento, y a que su cadáver fuera acompañado al cementerio por la totalidad de los integrantes de la Sociedad. En unos tiempos en los que la atención médica se cubría desde los ayuntamientos mediante la Beneficencia municipal para los declarados pobres, y por las avenencias o igualas privadas con los profesionales de la medicina, si los socios eran declarados ricos por la corporación municipal, lo que conllevaba no disfrutar del derecho a ser atendidos gratis por el facultativo del ayuntamiento, tampoco lo serían de igual forma por los médicos de esta Sociedad, según el artículo 20 de su Reglamento. Se regulaba también el disfrute de las prestaciones de la Sociedad por las viudas de los socios y por sus esposas en ulteriores nupcias.
La Caridad debió de tener un notable éxito en La Bañeza, y un alto número de asociados, lo que habría de dotarla de considerables medios económicos. En mayo de 1914 organiza una función benéfica “en el destartalado Coliseo” para recaudar fondos “a beneficio de las clases humildes, despojos de una sociedad sin entrañas”, que no tuvo gran concurrencia, según denuncia el maestro Servando Juarez Prieto en El Jaleo de aquel mes, y en la que participaron la Banda Municipal de Música dirigida por Potenciano Pardo Crespo y la compañía de teatro Adame-Catalá. En la reseña que el periódico mensual dedica al acto se alude a que “esta Sociedad tiene mucho dinero”, y a que por ello los fondos recaudados debieran destinarse al hospital recién abierto con prisa, para el cual “nadie da un cuarto…, ni los ricachones…”


En la sesión municipal del 26 de mayo de 1931, la corporación que ya es republicana autoriza a la Sociedad la construcción de su nueva sede (para ella se le había cedido ya el 2 de marzo “uno o dos lotes de madera de los planteles comunales”) en la que entonces es la Avenida del General Primo de Rivera, y allí será inaugurada el 12 de agosto de 1934, cuando la calle sea ya de Pablo Iglesias (aunque se siga conociendo como de la Estación). Antes y hasta la construcción de la Casa del Pueblo en 1933, un ala de su anterior edificio albergó en “una mediana sala de actos” a la Federación Local de Sociedades Obreras y la Agrupación Socialista bañezana, en una ocupación y propiedad compartida por mitad entre estas y aquella sociedades en el inmueble levantado sobre el solar que antaño había cedido a la Sociedad Obrera el consistorio.