jueves, 19 de junio de 2014

38.- El primer 1º de Mayo en La Bañeza.-

Por las páginas de El Jaleo sabemos que se dio el 1 de mayo de 1914 la primera celebración en La Bañeza de la fiesta del trabajo, “organizada por la Asociación Obrera de la ciudad (fundada el año anterior, a lo que parece) para aumentar el fomento y progreso de todas sus federaciones”. El programa, según se recoge en el número extraordinario que el 3 de mayo el periódico dedica al acontecimiento, incluyó la salida a las 9 de la mañana de la comitiva del Centro Obrero (alojado en el edificio de La Caridad) hacia el Ayuntamiento, en el que entregó una petición para poner fin a la campaña de Melilla, para continuar recorriendo acompañados de la Banda Municipal de Másica las principales calles, a lo que seguirá en el Teatro un mitin presidido por la junta directiva, de la que es secretario Nicolás Fernández Sampedro (sería concejal en 1919) y presidente Bartolomé González, y “al que puede concurrir todo el que lo desee (pero sin perturbar el orden)”, y a éste, a las tres de la tarde, una gira campestre “al monte de los opulentos almacenistas Seoanez” (se trataba de Mariano Seoanez Quiñones y sus hijos José y César Seoanez Romero).
En el mitin “estuvo muy dignamente representado el bello sexo”, y se dieron la adhesión del industrial Blas Cantón Cisneros (gerente de La Electra Bañezana), que no pudo asistir, y las intervenciones de Marcelo Toral Castro, entonces maestro en Valdesandinas; del también maestro Servando Juárez Prieto, y de Lorenzo Ruiz, “reprobando la odiosa distinción de castas que ha de ser sustituida por la práctica del principio socialista de ‘todo para todos y todos para todo’, a la que se llegará por la emancipación que los obreros realizarán por y para sí mismos”, y aludiendo al regeneracionismo por la escuela y la despensa que ya Joaquín Costa defendiera (bien que con un cierto talante autoritario), plasmado en la edificante procura de sus asociados para el Centro Obrero de La Bañeza de “libros que leer antes que bancos donde sentarse”; se señaló la siempre presente Cuestión Social, y se abogó por la unidad, por el respeto como principio socialista, y por la instrucción de los trabajadores, de aquellos asalariados jornaleros que en La Bañeza cobraban entonces “una peseta por un día de sudor”. 
En el mismo suplemento se reseña la celebración del 1º de Mayo en Astorga, con manifestación por la mañana y gira campestre por la tarde en la pradera de la Eragudina, con banda municipal, pianos manubrios, gaitas, tamboriles y panderetas, y de remate velada teatral representando por aficionados el drama Juan José, de Dicenta, y el juguete cómico-lírico Los baturros. Y en el número del 31 de mayo se ensalza la ejemplar manera en que transcurrió desde el principio al fin aquella primera celebración obrera bañezana, “con el mejor orden y sin el menor incidente”, y se agradece al exalcalde Julio Fernández y Fernández Núñez (abogado, concejal en 1901 y alcalde en varias ocasiones, designado en 1915 diputado provincial por Astorga-La Bañeza, y presidente de la Diputación en 1921-1922, destinado en 1923 para ocupar el gobierno civil de Valladolid, lo que impidió el golpe de estado de septiembre de aquel año, siendo nombrado en febrero de 1931 para el de Albacete), “altruista, obrero intelectual y protector honorable”, la biblioteca donada a la Sociedad Obrera, extendiéndose también la gratitud “a los patronos que han ingresado en nuestras filas” (tal vez fuera uno de ellos Álvaro Valderas Blanco, inhabitual empresario con iniciativas colectivistas). Con parecidas actividades y con idéntico orden se celebró la fiesta del trabajo en la ciudad en 1917 según consignó Elisardo Moro García en su libro-diario Maruja. Desde la cuna al sepulcro. Diario de un corazón, un curioso documento sobre La Bañeza de principios del siglo XX, enhebrado en las cartas a su pequeña hija de cinco años fallecida e impregnadas de la morbosidad necrológica de la que hace gala el autor, influenciado tal vez por su profesión de funerario (además de maestro y titular de una fábrica de cera).

Se noticia también la comunión pascual de los reclusos de la Cárcel del Partido, y en el de julio se narra la visita del redactor a sus ocupantes (entre ellos Pepe, de doce años y de Audanzas del Valle, preso por haber matado, sin querer, a otro chiquillo como él) y dependencias, “todas limpias como una taza de plata”, también el amplio local de la escuela elemental próxima a inaugurarse dotada de mobiliario por la Junta del Patronato de Reclusos y Libertos y de biblioteca por el Estado. A iniciativa del presidente de aquella Junta, el juez de Instrucción don Luis Zapatero González, se insta a la población a que donen a dicha biblioteca “los libros que reuniendo las necesarias condiciones de moralidad tengan sobrantes en las suyas” para que todos puedan ser usados no solo por la población penal sino por cualquier particular que lo desee, condición altamente beneficiosa en una ciudad que carece por entonces de toda biblioteca pública y en la que al falto de recursos le es imposible adquirir un libro con el cual instruirse o deleitarse.
Pablo Iglesias en Vigo, al frente de una manifestación obrera por las ocho horas de trabajo.

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