En 1928, el que había
sido Delegado gubernativo de varios distritos provinciales en los años anteriores durante los Directorios de la
dictadura primoriverista y era concejal del ayuntamiento de la capital y
secretario de la Unión Patriótica Nacional, el capitán José Mourille López,
publicaba La provincia de León. (Guía
general), y en ella señala existir en León 1.546 maestros y maestras y
1.507 escuelas nacionales (además de una buena cantidad de otras privadas), de
aquéllas 82 de maestros (1 graduada, 27 de niños y 54 mixtas) y 58 de maestras
(1 graduada, 27 de niños y 30 mixtas) en el partido judicial de La Bañeza, y
ser la décima provincia por su menor número de analfabetos (el 36,61%),
mientras este índice es en nuestro partido del 39,44%.
Según aquella Guía,
hay en Santa Elena de Jamuz buen local escolar (en julio de 1921 había cesado
Lorenzo Hernández Prieto como maestro de instrucción primaria, el cual remitía
en febrero de 1915 Oficio de residencia como sustituido), regular en Villanueva
(figuran en 1928 un maestro y una maestra, al igual que en Jiménez, y tan solo
un maestro en Santa Elena), y se halla en construcción la escuela en Jiménez de
Jamuz.
En aquel regular
local-escuela de Villanueva de Jamuz (donde figura Teresa Martínez como
enseñante en 1928) había sido maestra propietaria desde 1921 hasta 1929 Josefa
Álvarez Díaz, una experiencia que, combinada con la de su paso como docente por
el pueblo asturiano de Carbayín, y firmando como Josefina Álvarez de Cánovas (Inspectora
de Primera Enseñanza y Licenciada en Derecho), plasmaría en cuatro libros de
lectura para las escuelas (ya nacionalcatólicas) de niñas, y en especial en el
titulado Mari Sol, maestra rural, que
publicó la Editorial del Magisterio Español en 1944, aprobado por el ministerio
de Educación Nacional, con licencia eclesiástica, el Imprimatur del Vicario general, y el Nihil Obstat del censor. Había nacido Josefa en Puertas de Cabrales
(Asturias) en mayo de 1898. Desarrolló después su labor profesional como
Inspectora de Primera Enseñanza en la provincia de Toledo (1929-1931). Entre su
producción anterior prologó en 1933 el libro Hacia una Escuela Nueva. Fue una de las 100 mujeres pensionadas por
la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), en su
caso en Francia, Bélgica y Suiza en 1935. (Resultaría sin duda interesante comparar
aquellos místico-patrióticos libros de lecturas de la posguerra con su Plan de Hacer Escolar para el curso
1934-1935).
Según el relato de la
maestra Mari Sol, el pueblo de Villanueva de Jamuz no tenía entonces
carretera (la de Alija, en la que se halla, pasaría aún en 1934, con el
ensanche y el acondicionamiento en su extremo bañezano, a serlo desde su
anterior categoría de camino), y sus casas estaban “rodeadas de altos muros de
adobe con portón que da a la vivienda recoleta de habitaciones, todas abiertas
al corral, con piso de barro (lo que
obligaba a calzar galochas en invierno)
y alumbradas con candil de mecha (la torcida),
no anidando en su castillo ya desde hace muchos siglos más que las cigüeñas y
las golondrinas”. Sin acomodo ni vivienda para la maestra, comiendo las
familias de la olla común (“al pilón”, bien sazonado de pimentón picante), con
la anterior escuela en un local arrendado y la que aquella maestra desempeña
instalada también en alquiler “en la antigua y desocupada panera de los diezmos
y primicias de la Iglesia, que las alumnas han de abandonar cuando llega el
tiempo de la siega”… Una obra que compone un mosaico en el que no faltan la
descripción (entreverada de términos propios de sus gentes) de tipos populares
de la tierra, las alusiones a tradiciones y costumbres del lugar, y la
narración de las estacionales faenas campesinas de sus naturales.
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