Según la relación de la Zona de Reclutamiento
de León que se publica en el Boletín Oficial de la Provincia les correspondía servir en el Ejército de Cuba a los mozos del
reemplazo de 1897 del ayuntamiento de Santa Elena de Jamuz Ángel y Pedro
Falagán Astorga, Juan Esteban Rubio, y Mateo Pérez Vallinas, y se destina al de
Filipinas, según el número obtenido en el sorteo, a Manuel García Alonso, al
que se le desestima la reclamación basada en que su hermano casado no puede
atender a la subsistencia del padre de ambos. No toca entonces a ninguno de los
quintos ser enviado a Puerto Rico.
Se había organizado en 1897 el partido
republicano fusionista, liderado por Menas Alonso
Franco, en algunos pueblos de la comarca bañezana, “estableciendo en octubre
una Junta del mismo en la importante villa de Santa María del Páramo” (decía El
Liberal el día 8), y el primero de enero de 1898 el
diputado conservador por La Bañeza Rafael Mesa Mena da un suntuoso banquete en
honor de Valeriano Weyler, Capitán General de Cuba hasta unos meses antes, con
quien le unen vínculos de amistad desde hace tiempo. Asisten entre otros los
exministros Francisco Romero Robledo y Castellano. En febrero anuncia su
candidatura, frente a la del liberal bañezano Vicente González Ugidos, en las
elecciones a Cortes que se celebrarán el 27 de marzo, y añade que de triunfar
regalará 13.000 duros para la construcción de un edificio para beneficencia
(“Falta hace”, titula el corresponsal su gacetilla). Mesa Mena se presentó al
final por Ponferrada y en el distrito bañezano triunfó Ugidos. En la provincia
resultaron elegidos 4 conservadores, 5 liberales, y 1 republicano (Gumersindo
de Azcárate, por León). Para senadores se nombrarán compromisarios el 3 de
abril, y se votarán el día 10 los candidatos; el 25 de abril se abren las
Cortes.
En los inicios de
aquel año son muchos los conscriptos de nuestra tierra regresados de ultramar
por enfermedades que han de reincorporarse al Regimiento Burgos, de León, por
haberles transcurrido los cuatro meses de licencia. Se hallan en tal situación,
entre otros, Vicente Ramos Aparicio y Ángel Villar Fernández, de Alija de los
Melones; Ramiro Arias Cenador, de Torneros; Olimpio Fernández Díaz, de La
Bañeza; Gregorio Méndez Cabezas, de Bercianos del Páramo; José Santos Santos,
de Nogarejas; Domingo Caballero García, de Villazala; Manuel Linacero Vidal, de
Veguellina, y Jerónimo Álvarez López, de Miñambres. Uno de los muchos soldados
que de regreso de Cuba y Filipinas heridos o enfermos son atendidos en los
meses de noviembre y diciembre del año anterior en la Hospedería de la Cruz
Roja por la Comisión leonesa de la Asociación es Antonio Madera Riesco, de
Nogarejas y encuadrado en el Batallón de San Marcial. En la estación de León y
en tal alojamiento son 1928 los acogidos entonces, sacrificados a la Patria y a
ella devueltos convertidos por la campaña, las fiebres, el hambre y la derrota
en espectros de sí mismos, o no regresados ni en sus restos, como creemos que
fue el caso del bañezano Atanasio Cordero de las Heras, muerto en un hospital
militar de Cuba en los postreros años del siglo XIX y cuya certificación de
fallecimiento llega aquí el 7 de marzo de 1916, y como había sido antes el de
Francisco Benavente de Blas, alistado voluntario en 1874 y fallecido en el
Hospital de Santa Isabel de aquella isla, siendo cabo, cuando llevaba seis años
de servicio.
Con la pérdida de
Cuba, Puerto Rico y Filipinas, tras el varapalo económico y moral que ello
supuso, España buscó una mayor presencia en el norte de África, logrando en los
repartos coloniales de 1904 y 1906 el control sobre la zona norte de Marruecos,
mientras los obreros españoles, cuyas jornadas de trabajo superaban las doce o
trece horas y no tenían descanso dominical ni cobertura sanitaria, habían ya
comenzado a tomar conciencia sindical y a organizarse en un cada vez más
influyente y concienciado movimiento obrero, opuesto al masivo reclutamiento de
tropas (reservistas incluidos) para asegurar el control del protectorado
marroquí una vez que estalla el 9 de julio la Guerra de Marruecos que habrá de
prolongarse hasta 1927. Bien pudiera considerarse la guerra silenciosa de Ifni en 1957 y 1958, e incluso las escaramuzas militares de los
años previos al abandono del Sahara en 1975, como tardíos y particulares
episodios de la dilatada Guerra de África que se había iniciado en 1859,
“cuando España alzó banderas contra el moro”, y que tantas aprensiones y temores
suscitó entre tantas generaciones de quintos
sorteados y en sus familias. Por cierto que de aquellas iniciales campañas de
1859 y 1860 sobrevivió el bañezano José Monroy Santos, honrado
como héroe “pensionado de supervivencia” a la altura de 1916.
como héroe “pensionado de supervivencia” a la altura de 1916.
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