Del libro “LOS PROLEGÓMENOS DE LA TRAGEDIA” (Historia menuda y minuciosa de las gentes de las Tierras Bañezanas – Valduerna, Valdería, vegas del Tuerto y el Jamuz, La Cabrera, el Páramo y la Ribera del Órbigo- y de otras localidades provinciales -León y Astorga- de 1808 a 1936), recientemente publicado en Ediciones del Lobo Sapiens por José Cabañas González.
(+ info en
www.jiminiegos36.com)
==========================================================
A mediados del siglo XIX, exceptuando las poblaciones relevantes
y las cabezas de partido, con escuelas completas
y bien montadas en lugares apropiados, en la mayoría de los pueblos y aldeas de
la provincia de León el local escolar se halla en los lugares más inverosímiles
e inhóspitos: casas del Concejo,
cuadras o pajares, y hasta en algún rincón abrigado a cielo abierto (en 1900 seguían
siendo las escuelas de instrucción primaria del país en su mayor parte “cuadras
destartaladas” en las que se enseñaba ante todo el catecismo y la historia
sagrada, careciendo los educandos de útiles escolares, y aún en 1924 se
mantenían en algún lugar de la provincia leonesa condiciones parecidas y “escuelas
en zahúrdas antihigiénicas”). Existían entonces 77 escuelas públicas en La
Bañeza y su partido (integrado por 21 ayuntamientos y 116 pueblos), de las
cuales 69 eran incompletas de niños,
y 8 completas, de niñas 1 de ellas.
Una escuela rural.
Esta era a la mitad
del siglo XIX la situación que de la enseñanza en el partido judicial de La
Bañeza pintaba el estadista Pascual Madoz: “La educación se halla muy
descuidada, de tal modo que en el día de hoy están las mismas escuelas y los
mismos métodos de enseñanza que hace un siglo. El Concejo ajusta a un maestro sin título, durante la estación del
invierno, el cual enseña en el pórtico de la iglesia, a falta de mejor local, a
mal leer y peor escribir (y el catecismo) a unos cuantos discípulos, que
empleados después en las faenas del campo durante las tres siguientes
estaciones del año, olvidan cuanto han aprendido en la primera. Tal vez se
espere algún remedio cuando lleguen a dar los resultados que se apetecen las
Escuelas Normales, pero bueno sería convertir los estudios de latinidad que se
dan en algunas villas pagados con sus propios
(una peseta paga además cada alumno en La Bañeza, excepción hecha de los
pobres) en cátedras de matemáticas y agricultura…”. Sin
embargo, y contrariando las esperanzas del geógrafo, los
pueblos leoneses no querían contratar a aquellas primeras promociones de la
Escuela Normal y, además, les pagaban muy poco: cinco reales y un real más si
el maestro sabía tocar algún instrumento para el baile del mocerío.
Más es lo que aquel
geógrafo nos muestra: en La Bañeza a la escuela
de niños asisten unos 100, y 30 a la de niñas (otras 40 se reparten en varias
escuelas privadas), sumando un real al mes los que leen y dos los que escriben
(o cosen y bordan si son niñas) a la dotación municipal de los maestros. En
algunos pueblos de la comarca: “…en Alija de los Melones hay una escuela que
dura solo seis meses del año, pagada por los padres de los niños que a ella
concurren y por el fondo de propios de su ayuntamiento… En Bustillo
del Páramo hay escuela de primeras letras de niños y de niñas, a la que asisten
20 de los primeros y 15 de las segundas, que pagan al maestro cada mes un real
y dos libras de pan… Castrocalbón solo dispone de escuela durante el invierno…
Castrocontrigo (desgajado del anterior como ayuntamiento independiente en el
Trienio Liberal) cuenta con escuela de primeras letras a la que asisten 60
niños de ambos sexos… Cebrones posee escuela de primeras letras… Laguna Dalga
cuenta con escuela de primeras letras a la que asisten 120 niños, fundada y
dotada por don Manuel Alonso y Mansilla, de Lima, en 1816… Villazala dispone de
escuela…, y Soguillos del Páramo la tenía de primeras letras por cuatro meses…”.
Escuela de primeras letras también había en Santa María del Páramo, y a ella (y
a Valderas) se enviaban en 1851 ejemplares del Faro de la Niñez, enciclopedia general de instrucción primaria,
moralidad y recreo infantil publicada por la Sociedad de Socorros Mutuos de
Instrucción Pública con fin moralizante.
Coincide tal estado con
lo que casi un siglo más tarde exponía el bañezano liberal e ilustrado Menas Alonso
Llamas: “En el siglo XIX la enseñanza estaba abandonada. La educación no se conocía.
En el invierno, en las aldeas algo importantes aparecían unos hombres un poco
instruidos, que llamaban maestros, y enseñaban hasta en los pajares las
primeras letras, pero como esta enseñanza era tan deficiente, lo que aprendían
en invierno lo olvidaban en verano. Los libros donde los infantes aprendían a
deletrear eran tan variados como el Catecismo y Bertoldo, Bertoldino y Cacaseno (narraciones burlescas publicadas
en 1620)…”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario