Del libro “LOS PROLEGÓMENOS DE LA TRAGEDIA”
(Historia menuda y minuciosa de las gentes de las Tierras Bañezanas –
Valduerna, Valdería, vegas del Tuerto y el Jamuz, La Cabrera, el Páramo y la
Ribera del Órbigo- y de otras localidades provinciales -León y Astorga- de 1808
a 1936), recientemente publicado en Ediciones del Lobo Sapiens por José Cabañas
González.
(+ info en
www.jiminiegos36.com)
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En enero de 1905, el día seis, se produjo en La Bañeza la
explosión de la caldera de vapor de la fábrica de luz de la compañía Central
Eléctrica sita en la calle Labradores, causando gran pánico pero no desgracias
personales. Un año después, el ayuntamiento ofrecía amplias facilidades (terrenos,
piedra, madera y 25.000 pesetas) para la construcción de un cuartel destinado a
un escuadrón de caballería, incluido su campo de tiro, sin que tal oferta
hallara favorable recepción. Tampoco la halló cuando se repitió en 1918 al
ministerio de la Guerra a través del gobernador militar de León, dados el
beneficio a obtener, la posición estratégica de la ciudad por la línea de
ferrocarril, y la proximidad de la frontera portuguesa, tal vez porque en
octubre del mismo año dicho ministerio aceptó los terrenos que para el mismo
fin había ofrecido en junio el consistorio astorgano (también una vieja
insistencia, en su caso igualmente desde 1905, en que existía ya en la Plaza de
Astorga un Regimiento de Reserva alojado en la casa de Domingo Ramos), en los
que se inició en diciembre de 1921 (por las gestiones del prócer maragato
Manuel Gullón) la construcción finalizada en 1924 del acuartelamiento Santocildes,
inaugurado con su ocupación por la tropas del Regimiento de Órdenes Militares
nº 77, llegado por ferrocarril desde Estella (Navarra) en abril de 1925
(acontecimiento que generó gran expectación social y que fue muy celebrado
entonces en la ciudad episcopal.
El leonés Regimiento Burgos de maniobras en La Bañeza
en octubre de 1916. (De La Bañeza de villa a ciudad. 1895-1995)
En el mismo capítulo de las iniciativas
bañezanas loables y fallidas tienen cabida la del ofrecimiento en 1902 al
ministerio de Fomento de solares para implantar un campo de experiencias
agrícolas; la emprendida en enero de 1913 por el obispo de la diócesis (Julián
de Diego y Alcolea) ante el diputado por el distrito electoral Astorga-La
Bañeza, el liberal Antonio Pérez Crespo, a la sazón director general de Prisiones,
de establecer en la segunda una escuela-asilo para jóvenes y menores
abandonados y vagabundos, cuya construcción llegó a estar decidida “en la finca
que de las dos, la Vega de Arriba o la Cantera de Santa Marina, mejores
condiciones reuniera”, y la que le siguió en febrero cuando la corporación
ofreció terrenos para que el Estado pudiera construir lo que tampoco se llegó a
materializar: un edificio destinado a Archivo de Protocolos y Registro Civil y
de la Propiedad. Todavía en los inicios de 1916 se interesaban desde la
fiscalía de la Audiencia provincial de León por la existencia de local adecuado
en la ciudad para ser convertido en escuela de reforma para menores
delincuentes, y debió de proveerse tal local, pues a finales de febrero “se enviaban
a residir aquí a dos corrigendos del Penal de Burgos”.
Al contrario, en los inicios de 1919 se
disolvió la Cámara de Comercio e Industria de La Bañeza (que venía funcionando
desde 1911 al menos, y de la que dependía un Colegio, subvencionado por el
Ayuntamiento, que impartía Bachillerato en 1913) pasando todos sus medios y
efectivos a la de León, a la que queda incorporada (se dio un frustrado intento
en 1928 de integrar su territorio de influencia en la de Astorga, y se
propondría desde el semanario La Opinión
a la mitad de enero de 1931 sustituirla por una llamada Agrupación Gremial
Bañezana integrada por representantes de las sociedades entonces existentes: La
Caridad, San José, Casino La Unión, Círculo Mercantil, Sociedad Obrera, y las
dos sociedades de agricultores), y tampoco pudo conseguirse en 1916 la
fundación del colegio que el benefactor Sergio Rubio Alba, fallecido en abril
de dicho año, había dispuesto para La Bañeza en su testamento. Doce años más
tarde, también en 1928, se declaran benéfico-docentes de carácter particular
las obras pías de cultura instituidas en La Bañeza por Sergio y su hermana
Juana, bajo el patronazgo del obispado de Astorga y del Cabildo de su Catedral,
para crear y sostener aquí un colegio católico de primeras letras, o el pago de
becas, en su defecto, a estudiantes de la carrera eclesiástica. Las dos
fundaciones fueron fusionadas en 1929 bajo un solo Patronato y la denominación
de “Colegio Católico del Salvador” (a finales de agosto de 1931 estaba
dispuesto que lo gestionaran jesuitas, y para él subscribiría el ayuntamiento
bañezano 50.000 pesetas), al cual se añadirían los bienes donados por Luís, el
tercero de los hermanos, a su fallecimiento, que había sucedido en 1925. A
pesar de la denominación, no debió de materializarse tal colegio (al menos no
aparece en las reseñas de los existentes en la época) como tampoco lo hizo en
el intento de construirlo en mayo de 1919 por la mediación de las Escuelas
Cristianas.
A primeros de mayo de 1932 proponían algunos
vecinos bañezanos cerrar la huerta municipal de la Avenida Pablo Iglesias y
dedicarla a parque infantil, ya que “los niños de la población carecen de lugar
adecuado para sus distracciones”, creándose el día 18 una comisión municipal que
se desplazará a Astorga para ocuparse de la posible adquisición para el
ayuntamiento del huerto de la Fundación Rubio que colindaba con el comunal, que
no progresó porque los eclesiásticos propietarios de aquel terreno (obispado y
cabildo catedralicio astorgano) acordarían venderlo en pública subasta.
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