jueves, 17 de noviembre de 2016

99.-maniobras militares en los Montes de León (2 y 3)

Aquel mismo día terminaba la concentración de tropas en Astorga, que presenta un aspecto singular, especialmente en las horas de la comida, en que se reúne el cuartel general en la población (después, en enero de 1936, en un epigrama crítico con el general Martínez Cabrera, dirán desde el semanario astorgano socialista El Combate que “entonces hizo el caldo algún fondista”); el resto del tiempo las fuerzas salen por los pueblos próximos. Muy impactante hubo de resultar tal acumulación de personas (23.000, según La Vanguardia del 28 de septiembre) y de impedimenta militar (6.750 caballos y mulos, 496 vehículos, 91 motocicletas, 598 carros y 88 camiones-aljibes y carros-cuba) en el paisanaje y el paisaje, tanto rural como urbano, de una tierra sembrada de pequeñas poblaciones y en la que sus mayores núcleos, Astorga, con poco más de 8.000 habitantes, y La Bañeza, con algo menos de 4.300, eran habitados por algo más de la tercera parte, el uno, y el otro por no mucho más del triple de los contingentes que entonces los visitan, o el incremento en un lugar como Destriana de los casi 1.200 efectivos del Regimiento que acoge, tantos como entonces eran los vecinos del lugar. Un enorme movimiento de tropas y materiales se dio en todo el campo de las maniobras, cuya línea de fuego quedaba constituida entre La Bañeza, Astorga y Ponferrada. José (Pepín) Ortiz, muchacho astorgano que tenía entonces trece años, recordará mucho tiempo después aquellos ejercicios militares y “el fascinador espectáculo que representaba para la chiquillería acercarse a la estación a presenciar la llegada de trenes militares, con artillería, cocina y tropas de todas clases, incluidos los regulares ‘moros’ y la legión”.
El ministro de la Guerra presenciaría la última parte de las maniobras, del 28 al 30, y para visitarlas también saldrá el día 28 de Madrid el presidente de la República. En el ayuntamiento de la ciudad episcopal se ofreció el viernes al presidente de la República un vino de honor después de ser aclamado en la Plaza Mayor al medio día (aludiría el alcalde, Miguel Carro, en su discurso “a la solidaridad que une al Ejército con el pueblo y a la conciencia nacional que repudia la guerra porque es la negación del espíritu humano”), al tiempo que los jefes (el general Franco entre ellos, invitado a las maniobras por el titular de la cartera militar como su asesor personal) y oficiales obsequiaban con un ágape en el Hotel Moderno a los informadores de Madrid, León y Astorga y a los delegados y observadores militares venidos de Portugal, México, Alemania, Francia, Italia y Esta-dos Unidos, y se brindaba el sábado un banquete al ministro de la Guerra. Se le honró también con una función de gala en el Teatro y se organizaron variados e interesantes festejos populares. Estaba previsto que el mismo sábado el ministro revistara a la Octava División en Foncebadón, y el domingo a la Séptima en la explanada de El Ganso, cerca de San Esteban de Somoza, lo que hubo de ser suspendido por la lluvia, sin que tampoco pudiera ser recogido por los cameramans de la casa Fox, que se hallan en Astorga con el objeto de impresionar una película sobre las maniobras.
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El general López de Ochoa elogiaba el día 29 en su alocución en Astorga el alto espíritu demostrado por las tropas en los días de maniobras, resaltando “la inutilidad de las propagandas subversivas que solapadamente se intentaron hacer cerca de ellas”. El mismo general trasladaría después a Destriana “la satisfacción y el reconocimiento personal de las unidades que permanecie-ron en ese municipio”, y su gratitud a La Bañeza y al pueblo bañezano por su colaboración de aque-llas fechas y por la buena acogida que se dispensó a los allí acantonados.
El 30 de septiembre continuaban en Hinojo los aparatos de aviación que han venido a tomar parte en las maniobras militares, y se cuentan por millares las personas de La Bañeza y de los pue-blos comarcanos que van a aquel lugar todos los días para verlos volar (informaba El Adelanto), y el 2 de octubre en Astorga sigue realizándose el embarque de las tropas, que prosiguen pasando por León de regreso a sus destinos, finalizadas ya las maniobras con toda normalidad. También para Madrid ha regresado el general López de Ochoa, acompañado del general de brigada Toribio Martínez Cabrera, el verdadero organizador desde su reciente puesto de director de la Escuela Superior de Guerra de aquellas maniobras militares (las más grandes previas a la guerra civil, después de las del Pisuerga de octubre de 1932 y las del Segre de 1933, y anteriores a las de Llano Amarillo, en
Marruecos, de julio de 1936) precisamente en su cuna maragata, decisión que con la de llevar la carretera desde Turienzo hasta Andiñuela de Somoza, su pueblo (realizada por soldados zapadores y a cuenta del general (dirán, en verso, en El Combate que el camino concluye en una finca / que -¡qué casualidad!- resulta suya, (una crítica parece que infundada, a la luz de los datos mostrados al respecto por el investigador Miguel García Bañales) merecerá el agasajo de los prohombres del país y que lo reconozcan y lo nombren, pasados tantos años, Hijo Predilecto de la Región de Maragatería.
Reinó la normalidad en aquellas maniobras, aunque salpicada por algunos incidentes, como el sucedido el 1 de octubre cuando en el nacimiento de la carretera de Santa Colomba de Somoza una motocicleta perteneciente al 5º Grupo de Intendencia ocupada por un cabo y un teniente coronel de Estado Mayor de la Jefatura del Servicio de Arbitraje de las maniobras militares atropelló a un carro de bueyes, con el resultado de sufrir heridas los militares y el destrozo de los dos vehículos; o el que se dio al día siguiente en Foncebadón al arder diez pajares repletos de hierba y paja, “se cree que por la colilla arrojada por algún soldado de los que están de maniobras”.
Habían servido las de los años 1932 y 1933 para comprobar la maniobrabilidad del Ejército en terreno llano y fangoso por la lluvia; las de 1934 (antesala de lo que hoy es el campo de tiro militar de El Teleno) la evaluarían “en un territorio escarpado, inhóspito, con escasas vías de comunicación y recursos, y rudimentarios modos de vida”, se indica en las Instrucciones que las preparan y desarrollan. En las inmediaciones de Astorga desplegarían también en el otoño de 1935 las fuerzas de la Octava División su plan de maniobras y las Escuelas prácticas militares, y allí se volverán a concentrar entonces 4.000 hombres de 4 batallones de Infantería procedentes de los regimientos que guarnecen las plazas militares de La Coruña, Lugo, Ferrol y León, además de dos baterías de Arti-llería y una compañía de Intendencia, en unas operaciones realizadas en los mismos emplazamien-tos que las del pasado año y que durarán del 14 al 30 de septiembre, dirigidas por el general que las comanda y bajo la inspección del general Manuel Goded, jefe de la 3ª Inspección del Ejército, que revistaría, acompañado del coronel del Regimiento Burgos 36, el cuartel de Santocildes cumplimentado por el general Toribio Martínez Cabrera. El cuartel general de las maniobras militares, al mando del general Fernando Martínez Monje, se establecerá esta vez en el Hotel Moderno, y todas las tropas participantes en ellas se desplazan en tren, excepto el batallón de guarnición en León, que lo hará por carretera, dejando allí solamente las fuerzas indispensables para el servicio de la plaza.

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