El 9 de abril de 1916 se refería La
Crónica a la partida de La Bañeza de la Rentina, vedette de cuplé y tango
que, “cual estrella fugaz de las que de vez en cuando aparecen por estos
pueblos de menor cuantía, había alegrado la vida de multitud de ciudadanos”. Se
cuenta en el ejemplar del 16 de julio del mismo semanario que no entusiasmó a
la concurrencia la vedette Nieves
Mimosa que actuaba en el Café Marina (en el verano de 1931 tenía “orquesta tarde
y noche”), y que su dueño, Avelino García, “tiene la palabra con Conchita Ulía,
que en breve debutará en el Teatro Ideal Cinema” (traerán a la canzonetista en aeroplano, se dice, si
la huelga ferroviaria que entonces se daba persistiera), y también que habrá
concurso de aviación en el programa que para las ya cercanas fiestas se
preparan.
En la inauguración del nuevo Café
Victoria, espacioso y elegante (en la calle Pérez Crespo, propiedad de Jerónimo
González Álvarez), actuó un sexteto formado para la ocasión por jóvenes
bañezanos aficionados a la música, Odón Alonso entre ellos, dirigidos por José
Gutiérrez Pascual (volvieron a agradar en otras actuaciones posteriores).
Proseguían las regulares sesiones de teatro, y a veces las compañías actuantes
en las giras se deshacían y separaban, como ocurrió entonces aquí con la del
señor Sepulveda por diferencias y rencillas entre los integrantes de su elenco.
De la inauguración de aquel Café informaba también El Pueblo, que compartía entonces el kiosco de prensa bañezana, e
igualmente de la renombrada tonadillera Conchita Ulía, “artista genial que ha
cautivado y conseguido el aplauso de todos los públicos de España y de las
posesiones españolas en Marruecos”, y que se presentará al bañezano el sábado
22 de julio solo por cuatro funciones y de paso para los principales teatros de
Galicia. Se noticia el día 30 la actuación en el Teatro de la cupletista Favorita, y de que van adelantados los trabajos de construcción
de la plaza de toros (que no se llegaría a rematar).
En 1927 el monarca y la reina Victoria
Eugenia visitaban León y en octubre se inauguraba en La Bañeza el elegante Gran
Café Novelty, rebautizado poco después en “Café Minuto”, propiedad de Francisco
Miranda del Palacio (antiguo botones y conserje más tarde del Círculo
Mercantil) y concebido, con su permanente orquestina, como café-espectáculo, al
igual que sus competidores en la localidad, los cafés Pasaje (abierto en 1926, ya como café teatro y regentado durante muchos
años por la familia Blanco Toral), Central (éste de efímera vida), y Royal
(fundado por Maximino Ruiz García). En un anexo del último, que contaba además
con reservados en los que era frecuente el juego de dinero, estaba instalado el
Royal Cinema, competencia en la proyección de películas de los teatros-cines de
más aforo.
En aquellos cafés cantantes
amenizaban el ocio de los concurrentes algunas artistas, pícaras y divertidas
cupletistas, ligeras de ropa y generosas en la exhibición de sus cuerpos y
procaces en sus ademanes y en el doble sentido de sus canciones, lo que incitaba
a algunos clientes desprendidos a alternar
con ellas y a gastarse en el descorche
sus dineros. Más allá de lo sicalíptico, tan del momento, y del Bar La Alegría
de Cándido González, “servido por camareras” (según se anunciaba en la revista Azul
en 1920), existía desde el inicio de 1933 y creado a lo que parece por David González
Manjarín (su titular en febrero de aquel año) en el camino de los Molinos,
cercano a la Azucarera Bañezana, un establecimiento de señoritas (Bar Azucarero se llamaba en febrero de 1934, regentado
por Francisco Alonso Prieto, casa de lenocinio más o menos encubierta y clandestina),
que se mantuvo en este uso largos años y que en 1935 y 1936 dirigía Tomás
Martínez Prieto, natural de Santibañez de Vidriales, regresado después de 1933
de Argentina y domiciliado entonces en la bañezana calle Pablo Iglesias.
Desde años antes funcionaba el salón de baile Variedades, otro local de diversión en el que a veces se pasaban “originales secciones cinematográficas”, regentado por Patricio González, quien también era dueño del Frontón Novedades (sito en el interior de la manzana delimitada por las calles del Carmen y Juan de Mansilla). Existía en 1916 el salón de baile El Recreo, de Gabriel González, y un baile más popular solía celebrarse en la Fonda la Galocha, en la salida de la población hacia el Monte de Riego, y a los de disfraces y máscaras, y al de Piñata del Carnaval, se concurría en el Teatro Seoanez, del que para la ocasión se retiraban algunas butacas (contaba con 650 y 6 plateas) y convertía en elegante y espaciosa pista.
Había además otros lugares de
recreo: los locales de las sociedades el Casino, el Círculo (que disponía de
Estudiantina y de Rondalla), La Caridad, el Liceo y los Recreos ya citados;
cines como el Ideal Cinema; el Teatro Seoanez; cafés como los de Maximino Ruiz
García; La Unión, de Modesto Ruiz García y Modesto Arias (en los locales del
Casino de igual nombre; en 1907 lo regentaba Jerónimo González Álvarez);
Nogarol; Marina (con cuplés), o el Café Victoria…, y también el Bar Moderno de
José Concejo Grandoso, muy frecuentado por la intelectualidad bañezana que
redactaba El Sorbete en 1921, al que
llamaban El Boliche del Che, o El
Casinillo, y en cuya amplia terraza “se hablaba y se discutía de socialismo,
anarquismo y sindicalismo”.
En junio de 1931 no todo era
propaganda política y elecciones constituyentes próximas a celebrarse: cerraban
a altas horas de la noche los cafés de Maximino Ruiz, Francisco Fidalgo y Ramón
Acebes González, y en el Café Minuto (a veces también en el Marina) debutaban
por aquellas fechas gentiles canzonetistas (prácticamente una atracción por
semana a lo largo de aquellos años, según la prensa local publicitaba) que
entretenían a su público con sesiones de tarde y noche, como Lia Foli, a la que
seguiría la vedette de cante flamenco Lola Alcázar y la colosal artista y estupenda
bailarina Teresita Aguirre; el Teatro Pérez Alonso combinaba espectáculos
arrevistados con sesiones cinematográficas y recitales de canciones, y algunos
patricios bañezanos viajaban por entonces a Madrid para asistir a la
inauguración de la nueva plaza de toros.
Se denuncia el día 11 de agosto de
1933 ante el juez municipal lo sucedido la noche anterior, cuando “contestaron
con frases gruesas y ofensivas” al sereno Manuel Casasola Pisabarro el dependiente
del despacho del Café de “Minuto” y el cartero Luís Pérez Fernández, que
“venían dando voces con tres artistas” (del cuplé o canzonetistas que actuaban
aquellos días en los cafés de la ciudad).
En septiembre de 1935 se daba desde la alcaldía a los cafés bañezanos
“orden de no exhibir en los escaparates o transparentes imágenes o fotograbados
indecentes”, después de que se ruegue el 27 de agosto a Francisco Miranda del
Palacio, Maximino Ruiz, Francisco Fidalgo, y Vicente Blanco que “se abstengan
de exponer fotografías de artistas que atenten a la moral, y que prohíban en
sus establecimientos la entrada de menores”, se recuerde a Ángel González (que
regentaba un kiosco de prensa en la Plaza Mayor) “la prohibición que existe
sobre exhibir escritos pornográficos en la vía pública”, y de que Servando
Juárez Prieto, como alcalde accidental, proclamara el día 30 un bando llamando
a los residentes a que “se abstengan de proferir blasfemias y palabras indecorosas”.
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