martes, 21 de octubre de 2014

53.- La diversión antaño en La Bañeza

El 9 de abril de 1916 se refería La Crónica a la partida de La Bañeza de la Rentina, vedette de cuplé y tango que, “cual estrella fugaz de las que de vez en cuando aparecen por estos pueblos de menor cuantía, había alegrado la vida de multitud de ciudadanos”. Se cuenta en el ejemplar del 16 de julio del mismo semanario que no entusiasmó a la concurrencia la vedette Nieves Mimosa que actuaba en el Café Marina (en el verano de 1931 tenía “orquesta tarde y noche”), y que su dueño, Avelino García, “tiene la palabra con Conchita Ulía, que en breve debutará en el Teatro Ideal Cinema” (traerán a la canzonetista en aeroplano, se dice, si la huelga ferroviaria que entonces se daba persistiera), y también que habrá concurso de aviación en el programa que para las ya cercanas fiestas se preparan.
En la inauguración del nuevo Café Victoria, espacioso y elegante (en la calle Pérez Crespo, propiedad de Jerónimo González Álvarez), actuó un sexteto formado para la ocasión por jóvenes bañezanos aficionados a la música, Odón Alonso entre ellos, dirigidos por José Gutiérrez Pascual (volvieron a agradar en otras actuaciones posteriores). Proseguían las regulares sesiones de teatro, y a veces las compañías actuantes en las giras se deshacían y separaban, como ocurrió entonces aquí con la del señor Sepulveda por diferencias y rencillas entre los integrantes de su elenco. De la inauguración de aquel Café informaba también El Pueblo, que compartía entonces el kiosco de prensa bañezana, e igualmente de la renombrada tonadillera Conchita Ulía, “artista genial que ha cautivado y conseguido el aplauso de todos los públicos de España y de las posesiones españolas en Marruecos”, y que se presentará al bañezano el sábado 22 de julio solo por cuatro funciones y de paso para los principales teatros de Galicia. Se noticia el día 30 la actuación en el Teatro de la cupletista Favorita, y de que van adelantados los trabajos de construcción de la plaza de toros (que no se llegaría a rematar).
En 1927 el monarca y la reina Victoria Eugenia visitaban León y en octubre se inauguraba en La Bañeza el elegante Gran Café Novelty, rebautizado poco después en “Café Minuto”, propiedad de Francisco Miranda del Palacio (antiguo botones y conserje más tarde del Círculo Mercantil) y concebido, con su permanente orquestina, como café-espectáculo, al igual que sus competidores en la localidad, los cafés Pasaje (abierto en 1926, ya como café teatro y regentado durante muchos años por la familia Blanco Toral), Central (éste de efímera vida), y Royal (fundado por Maximino Ruiz García). En un anexo del último, que contaba además con reservados en los que era frecuente el juego de dinero, estaba instalado el Royal Cinema, competencia en la proyección de películas de los teatros-cines de más aforo.
En aquellos cafés cantantes amenizaban el ocio de los concurrentes algunas artistas, pícaras y divertidas cupletistas, ligeras de ropa y generosas en la exhibición de sus cuerpos y procaces en sus ademanes y en el doble sentido de sus canciones, lo que incitaba a algunos clientes desprendidos a alternar con ellas y a gastarse en el descorche sus dineros. Más allá de lo sicalíptico, tan del momento, y del Bar La Alegría de Cándido González, “servido por camareras” (según se anunciaba en la revista Azul en 1920), existía desde el inicio de 1933 y creado a lo que parece por David González Manjarín (su titular en febrero de aquel año) en el camino de los Molinos, cercano a la Azucarera Bañezana, un establecimiento de señoritas (Bar Azucarero se llamaba en febrero de 1934, regentado por Francisco Alonso Prieto, casa de lenocinio más o menos encubierta y clandestina), que se mantuvo en este uso largos años y que en 1935 y 1936 dirigía Tomás Martínez Prieto, natural de Santibañez de Vidriales, regresado después de 1933 de Argentina y domiciliado entonces en la bañezana calle Pablo Iglesias.
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Desde años antes funcionaba el salón de baile Variedades, otro local de diversión en el que a veces se pasaban “originales secciones cinematográficas”, regentado por Patricio González, quien también era dueño del Frontón Novedades (sito en el interior de la manzana delimitada por las calles del Carmen y Juan de Mansilla). Existía en 1916 el salón de baile El Recreo, de Gabriel González, y un baile más popular solía celebrarse en la Fonda la Galocha, en la salida de la población hacia el Monte de Riego, y a los de disfraces y máscaras, y al de Piñata del Carnaval, se concurría en el Teatro Seoanez, del que para la ocasión se retiraban algunas butacas (contaba con 650 y 6 plateas) y convertía en elegante y espaciosa pista.

Había además otros lugares de recreo: los locales de las sociedades el Casino, el Círculo (que disponía de Estudiantina y de Rondalla), La Caridad, el Liceo y los Recreos ya citados; cines como el Ideal Cinema; el Teatro Seoanez; cafés como los de Maximino Ruiz García; La Unión, de Modesto Ruiz García y Modesto Arias (en los locales del Casino de igual nombre; en 1907 lo regentaba Jerónimo González Álvarez); Nogarol; Marina (con cuplés), o el Café Victoria…, y también el Bar Moderno de José Concejo Grandoso, muy frecuentado por la intelectualidad bañezana que redactaba El Sorbete en 1921, al que llamaban El Boliche del Che, o El Casinillo, y en cuya amplia terraza “se hablaba y se discutía de socialismo, anarquismo y sindicalismo”.  
En junio de 1931 no todo era propaganda política y elecciones constituyentes próximas a celebrarse: cerraban a altas horas de la noche los cafés de Maximino Ruiz, Francisco Fidalgo y Ramón Acebes González, y en el Café Minuto (a veces también en el Marina) debutaban por aquellas fechas gentiles canzonetistas (prácticamente una atracción por semana a lo largo de aquellos años, según la prensa local publicitaba) que entretenían a su público con sesiones de tarde y noche, como Lia Foli, a la que seguiría la vedette de cante flamenco Lola Alcázar y la colosal artista y estupenda bailarina Teresita Aguirre; el Teatro Pérez Alonso combinaba espectáculos arrevistados con sesiones cinematográficas y recitales de canciones, y algunos patricios bañezanos viajaban por entonces a Madrid para asistir a la inauguración de la nueva plaza de toros.
Se denuncia el día 11 de agosto de 1933 ante el juez municipal lo sucedido la noche anterior, cuando “contestaron con frases gruesas y ofensivas” al sereno Manuel Casasola Pisabarro el dependiente del despacho del Café de “Minuto” y el cartero Luís Pérez Fernández, que “venían dando voces con tres artistas” (del cuplé o canzonetistas que actuaban aquellos días en los cafés de la ciudad).
En septiembre de 1935 se daba desde la alcaldía a los cafés bañezanos “orden de no exhibir en los escaparates o transparentes imágenes o fotograbados indecentes”, después de que se ruegue el 27 de agosto a Francisco Miranda del Palacio, Maximino Ruiz, Francisco Fidalgo, y Vicente Blanco que “se abstengan de exponer fotografías de artistas que atenten a la moral, y que prohíban en sus establecimientos la entrada de menores”, se recuerde a Ángel González (que regentaba un kiosco de prensa en la Plaza Mayor) “la prohibición que existe sobre exhibir escritos pornográficos en la vía pública”, y de que Servando Juárez Prieto, como alcalde accidental, proclamara el día 30 un bando llamando a los residentes a que “se abstengan de proferir blasfemias y palabras indecorosas”.


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