jueves, 3 de marzo de 2016

Yo solo conocí un lavadero


José Cruz Cabo
He leído a José Cabañas, que los ayuntamientos de los años 30 quisieron hacer lavaderos para que la gente lavara en ellos y pasara el menor frío posible. Yo a principios de los años cuarenta solo conocí un lavadero, que si no recuerdo mal, solo podían lavar seis mujeres a la vez, y estaba en la calle que hoy es Antonio Bordas y que entonces se conocía como el Alberque, poco para allá estaba la fábrica de Velas de los Moros y después, seguía un descampado hasta las paredes de la Fábrica Azucarera, que es lo único que queda de lo poco que había entonces en esa zona.
Yo vi lavar a bastantes mujeres en ese lavadero, pero este espacio era pequeño, aguas corrientes no había, y la gente tenía que lavar la ropa. Los lavaderos que estuvieron intentando hacer desde el ayuntamiento, solo se construyó, este que yo conocí.
Las amas de casa bañezanas y sus hijas, si querían lavar, tenían que hacerlo o en los regueros que rodeaban casi todo el centro de la ciudad, o en algunos de los ríos que circunvalan todavía La Bañeza. Las zonas más importantes para lavar en aquella época, era el Duerna, a la altura del puente del tren en San Mamés. La zona de San Manuel donde hoy están las piscinas en el río Tuerto, y el respigón o penosillo, en el Órbigo. Cada familia se lo montaba como podía para lavar la ropa, ya que entre dimes y diretes, se estaba todo el día en el río, porque había que traerla lo más pronto posible ya seca, para plancharla, que esa era otra.
En aquellos años la luz venía cuando quería y se marchaba por cualquier avería o falta de agua. En fin que las mujeres normales, que no podían darlo a lavar, un par de dias a la semana se lo pasaban en el río o en los regueros. La gente que tenía posibles tenía personas que le iban el lunes a por la ropa a casa y se la devolvían el miércoles planchada.
Por eso la generación de mujeres bañezanas de los años cincuenta, que comenzaron las acometidas de aguas en las primeras casas, lo primero que hacían era poner un grifo a la entrada del portal y un lavadero y por lo menos ya podían lavar en casa.

Esto es lo que me ha hecho escribir este artículo, al leer lo que nos cuenta José Cabañas sobre los lavaderos que nunca se hicieron, como tantas otras muchas cosas a lo largo de los años.

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