viernes, 11 de marzo de 2016

Victoriano Cremer y su simpatia


José Cruz Cabo
Con motivo de le exposición que se ha montado en el Edificio de las Tierras bañezanas, con los dibujos y otras cosas del gran escritor y periodista, Victoriano Cremer, que estan causando sensación entre las personas que están acudiendo a verla, recordé una anécdota que me ocurrió con él debió ser por el año 1970.
Polo Martínez Martín era entonces el responsable de El Adelanto y había iniciado ese año el concurso periodístico “Ciudad de La Bañeza”, que duró unos años, hasta que se cambió por la Alubia de oro.
El caso es que Victoriano Cremer fue invitado a ser jurado de dicho premio y vino con Juan Florencio Pérez, más conocido por Chencho, para participar en el jurado que tenía que dilucidar los premios del mismo.
Cuando llegó al entonces Nuevo Casino, donde se iba a fallar, lo primero que nos dijo fue: A quienes habéis decidido darle los premios, porque ya tendreis ganadores. La Contestación fue no tenemos ganadores porque aunque alguno de los jurados ya tiene predilectos, falta que usted los lea para comenzar el debate de a que trabajos se le dan los tres premios.
Entonces él muy serio, se puso a leer cada uno de los trabajos y al finalizar su lectura, se pasó a la discusión de los mejores trabajos y al final el fallo fue por unanimidad
Finalizado el acto del fallo, nos fuimos a cenar al entonces Hotel Madrid, que estaba en la misma calle que el Casino, y en mi vida me he reido tanto como esa noche con Victoriano Cremer. Chencho le llamaba maestro cada poco y los demás seguiamos las distintas conversaciones, pero llegó un momento que los diez del jurado, solo teniamos oidos para Victoriano, porque nos estaba desmenuzando la historia de León y parte de su vida, con una gracia impresionante y no haciamos más que reirnos. Yo creo que a pesar de lo rica que estaba la comida de la Señora Julia Marcos, nos reimos más que comimos, porque el gran Victoriano Cremer tenía una conversación tan fluida y tan simpática, que llenamos el estómago de comida pero después de tres o cuatro horas salimos del Restautante Madrid, mondandonos de risa, con el genial Victoriano, que no paró hasta que no nos separamos y arrancó el coche para devolverlo a León.
Yo conocia sus crónicas tanto de los diarios de León, como de las grandes crónicas deportivas que hacia en la radio a través de la Cadena Ser. Todo esto me lo ha hechoi recordar esta exposición que no debería perderse nadie.

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