Homenaje al Padre Miguélez en el Casino La Unión en enero de 1915
Al principio de septiembre de 1893 está
haciendo la difteria en La Bañeza numerosas víctimas (también en Boñar);
ausente o enfermo uno de los médicos, solo tiene otro la villa; no se han
tomado medidas sanitarias, o si se han tomado por la Junta de Sanidad, se
incumplen sus acuerdos; la higiene y la policía están abandonadas. Finalizando
el mes la epidemia continúa causando gran número de fallecimientos en el lugar
y en otros pueblos, sin que las autoridades hayan tomado aún medidas radicales.
Al acabar octubre causa estragos en la provincia, se dice. A la mitad de noviembre
los hacía también en la capital, cosechando muertes entre los niños todos los
días. Se le suma el temor a la invasión del cólera, del que se han presentado
ya casos en provincias limítrofes.
Se viven por aquellas fechas tiempos
de economías: se han suspendido carterías y peatones
postales, muchos en la provincia (la
de Santa María del Páramo entre ellas, dice La
Estafeta de León el 30 de agosto), y aún no han sido nombrados por los
ayuntamientos, a cuyo cargo y pago quedan. Más de dos mil pueblos se hallan
incomunicados en el país con la medida que encomienda este servicio a los
municipios, que no disponen de cantidad destinada a la conducción de la correspondencia,
ni personal para ello. “Recaudadores de la contribución si continúan
existiendo…. Y embargo de los bienes a los vecinos de los pueblos, sin servicio
postal, que no la paguen en tiempo oportuno” (añade el cronista de La Provincia con evidente disgusto).
“El ilustrado y activo corresponsal de La
Bañeza (José Fernández Núñez) comunica que en la villa trata de establecerse el
alumbrado eléctrico, tras una nutrida reunión en el Casino la Unión y el
nombramiento de una comisión encargada de los trabajos preliminares, que pide
antecedentes a León y Villafranca. Se han presupuestado 50.000 pesetas
emitiéndose acciones de 250 pesetas cada una, a las que garantiza el interés
del 6 % el acaudalado capitalista local José Latas Valcarce” (alcalde
entonces). El primero de agosto de 1899, sin solemnidad alguna, se puso en
funcionamiento por vez primera el alumbrado eléctrico en la que desde 1895 era
ciudad.
En la misma edición
glosa don José la figura de otro cultivado bañezano, hermano del agustino Padre
Miguélez: el distinguido literato Juan Fraile Miguélez, que firma sus eruditos
trabajos (Cascotes y Machaqueros, una colección de artículos pulverizando
a los críticos literarios Valbuena y Alas Clarín era uno de ellos) como Fray
Juan de Miguel, o Fray Mortero (“que no tiene de fraile más que el apellido”).
Maestro elemental, normal y superior, y más tarde profesor de la Escuela Normal
Central desde la más humilde posición. Salido de su tierra desde niño, hubo de
volver para hacer el servicio de las armas, sin que por las influencias
caciquiles le valiera la justa excepción de ser hijo de viuda pobre, dice el
cronista, continuando en Valladolid ganándose el pan de cada día, y allí
primero y en Madrid después hizo su carrera con desusado aprovechamiento. Tiene
entonces 34 años y es distinguido escritor y periodista que ocupa a diario las
columnas de La Unión Católica.
Al iniciarse noviembre del mismo año 1893, con ocasión de los sucesos
de la campaña de Melilla y en protesta por los atropellos de los rifeños (un
bárbaro atentado entonces cometido) y conmemoración de la reciente victoria
contra ellos conseguida, se produce una sonada manifestación en La Bañeza
encabezada por la Banda de Música y acompañada por colgaduras en los balcones y
miles de cohetes voladores, y el ayuntamiento en sesión extraordinaria acuerda
abrir una suscripción que pone a disposición del gobierno para dotar de fusiles
Máuser al regimiento que lleva el nombre de la provincia. Colaboran en ella,
con 100 pesetas un laceaniego voluntario de la guerra de África de 1859; los
ayuntamientos de Laguna Dalga, Bercianos, y Zotes del Páramo, y el personal y
los reclusos de la Cárcel correccional de León.
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