jueves, 16 de enero de 2014

Conrado nos cogió de sorpresa con su muerte



José Cruz Cabo

Fueron muchos los años en que Conrado Blanco González y yo fuimos amigos incondicionales, y en su caso, mi maestro en la escritura. Comencé a conocerlo en el año 1948, cuando comenzó la segunda etapa de “El Adelanto”, ya que sobre todo los viernes y los sábados, iba por la imprenta de mi tio Rafael, Gráficas Rafael, para entregarnos el artículo de la semana, y bastantes veces para invitarnos a pastas y vino, a las doce de la noche, cuando estábamos en lo más álgido del final del número de la semana. Le llábamos “ Comer el Burro”, porque gracias a esas invitacione, terminábamos la jornada, pasadas la una o más de la madrugadaDespués su humildad, su gracejo, su sabiduría, su bondad y su sencillez, hicieron el resto y para mí fue un auténtico maestro de la palabra escrita. Tuvimos un pequeño desencuentro con motivo del famoso plano de urbanismo, en los tiempos del alcalde Fidel Sarmiento, pero con motivo de la muerte de su padre, Conrado Blanco León, el artículo que publiqué por su fallecimiento, nos volvió a unir hasta este momento de su muerte. Cuando fue presidente de la Asociación de Cabezas de Familia, me pidió que votara en el tercio sindical, a los que proponía dicha asociación, y así lo hice, por lo que nuestra amistad se fortaleció. En el viaje que hice a Madrid, acompañado de mi esposa Nieves y de mi hijo Pepe, nos llevaron Charo y él a su casa de Madrid, donde saludamos a su madre y nos acompañaron varios días hasta que volvimos a nuestra ciudad. Al morir su madre, escribí un recuerdo de las vivencias de sus padres y un retrato sobre su madre, y para mi sorpresa, me regaló un cuadro pintado por él, que lo tengo en lugar preferente en mi casa, porque además de escribir, era un gran pintor. Su casa la tiene llena de cuadros pintados por él, que yo admiraba las muchas veces que fuí a su casa en vida de Charo.Es verdad que tenía todos los títulos de la ciudad, pero eso a él, no le hacia engreirse, al contrario, seguía siendo humilde, acogiendo a todos los que q    uerían aprender cosas de La Bañeza, de la que era un gran sabio y tenía en su memoria una enorme cantidad de datos, así como escritos históricos, de los que nos dejó diez volúmenes sobre nuestra historia y que además los regalaba, sin pedir nada a cambio. Fue el mayor mecenas de nuestra ciudad, ya que pagó el pendón, nos dejó terreno para hacer un gran parque, que con el tiempo, si se cuida, será una gozada para los bañezanos de todas las edades. Patrocinó, con su dinero, libros como Napoleón en La Bañeza o el de Toño Odón Alonso Ramos, personaje del año dos mil trece, con esa cantidad de carteles que impresiona y que habla de una gran parte de nuestra historia de los siglos veinte y veintuno.Fueron muchas más cosas las que legó a su ciudad, a la que amó con enorme cariño, así como todos los escritos y papeles históricos que envió al Archivo Municipal, que lleva su nombre y que esperamos lo siga llevando muchos años. Nadie fue tan generoso con La Bañeza como Conrado, por lo menos en muchos siglos, y esperamos que su fundación dure muchos años, para que siga la estela que Conrado les legó y sigan convocando los premios de poesía de su padre, Conrado Blanco León y de su esposa, Rosario González García, su Charo, a la que amó hasta el final de su vida.La verdad es que fueron un matrimonio unido, inseparable hasta la muerte de Charo, siguiendo el ejemplo de sus padres.Charlar con Conrado era una satisfacción enorme, por su amena conversación, por su sencillez, por su inquebrantable amor a la historia de su ciudad, por lo que hablar con él, era enterarse de numerosos aconteceres de La Bañeza a través de la hitoria de la misma, ya que había profundizado en todos los archivos y bibliotecas, no solo de España sino de otros lugares de Europa. siempre buscando el dato que pudiera elevar la categoría de su ciudad, saber cómo nació; lo que fue a través del tiempo y la historia de sus calles, de sus personajes famosos, de sus vicisitudes a través de los tiempos, no se cansó nunca de indagar, mientras los ojos le dejaron, para sacar a relucir todo lo que se podía conseguir de la historia de la tierra que le vió nacer. Amigo Conrado ya conseguistes todos tus sueños, ya que como me dijistes muchas veces, estabas deseando descansar junto a tus padres y tu esposa Charo. lo que a partir del día diecisiete, lo has alcanzado para toda la eternidad. Prepárame un hueco en el más allá y esperame.

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