miércoles, 6 de julio de 2016

94.-El Cuartel de la Guardia Civil de La Bañeza.-

En 1874, después de ser despedida de la casa que hasta entonces y desde su despliegue en 1853 ocupaba, se aloja la Guardia Civil en La Bañeza en la llamada Casa-Estudio, acondicionada provisionalmente para ello hasta que en 1878 pasa a habitar un viejo caserón de enorme patio y espaciosos corrales en el Barrio de Bueyes. Unos años antes, en mayo de 1872, junto con 18 voluntarios bañezanos a caballo al mando de don José Latas Valcarcel, la guarnición de la villa se empleó contra una partida de carlistas agrupados en Destriana, a los que cercan en Castrocontrigo haciéndo-se con cinco prisioneros, monturas, armas y municiones de boca y de guerra. La hazaña y sus auto-res fueron recibidos en La Bañeza con vítores y júbilo. En el verano de 1873 el gozo se trocaba en pesar por el grave altercado y enfrentamiento producidos entre facciones rivales y afines a la Prime-ra República recién instaurada, sofocados por los cerca de cuarenta miembros de Infantería y de Caballería de la Benemérita asentados en el lugar.
En 1893 el vecino de la calle de la Parra (oficialmente y desde 1863 de Juan de Ferreras), Juan Tejedor García, acuerda con el capitán accidental de la comandancia, Lorenzo Lapresta Muñoz, arrendar una casa de su propiedad para vivienda de guardias civiles, formalizando un contrato del que remiten copia al alcalde en 1908. Al año siguiente aparece la necesidad de reparar la planta baja de aquel edificio, y Mariano Seoanez Quiñones (uno de los mayores contribuyentes de la ciudad) se compromete a construir una residencia en la que habiten los miembros de la institución armada, lo que no llega a realizarse. En 1910, el 1 de julio, la fuerza destacada en La Bañeza ocupa la casa que en la plaza de los Bueyes (de Romero Robledo desde marzo de 1907 a mayo de 1937, en que se nombra de José Antonio Primo de Rivera) posee la vecina Juana Benito León, lo que comunica a la alcaldía el primer teniente del puesto, Víctor Muñiz, para que se haga cargo de su alquiler; también se hace del costo de 2 pesetas que presenta Manuel Toral “por mudar un viaje de muebles de un cuartel a otro”. Esta será la sede del cuartel, en el edificio que fue después comercio de Eulogio Crespo Moreno, hasta su traslado a la nueva que desde 1937 y hasta el presente ha venido ocupando.
En 1911 la Corporación acordó edificar en el solar del viejo Teatro Municipal (que se preveía derribar) una casa-cuartel capaz e higiénica; se elaboro proyecto con pliego de condiciones y presupuesto para su construcción; se estableció un sistema de suscripciones, y se recibieron solicitudes para ello de los constructores José y Emilio Perandones Cabo, adjudicándose al último en subasta para suspenderse esta después y abandonar el empeño en este punto. Desde entonces hasta 1914 llega a presupuestarse un Pabellón de la casa-cuartel de la Guardia Civil de La Bañeza, y en febrero de aquel año se solicita al Consistorio el aumento en cinco más de las dos luces del puesto a su cargo.
En los años veinte y anteriores (también en los siguientes) los guardias civiles hacían sus pe-riódicos ejercicios de tiro en la zona del Parador, y en 1927 la Corporación ha decidido una vez más (antes de agosto) construirles las nuevas dependencias, al tiempo que en septiembre se le reclama desde el cuartel su blanqueo, comprometido al menos desde abril por aquélla con el ahora dueño de la finca, Baltasar Otero Blanco (de San Adrián del Valle). En julio de 1928 la Comisión Municipal Permanente da de baja el teléfono del puesto por haberse agotado la consignación presupuestaria para ello, que ha de cubrir cuantos suministros y racionados mensuales desde el Ayuntamiento se le hacen, según relación que con la misma periodicidad se remite al Comisariado de Guerra (en 1932
el Consistorio daba cuenta a la Intervención Divisionaria de La Coruña de lo abastecido mensual-mente al cuartel).
A mediados de septiembre de 1933 el alférez de la Guardia Civil de la línea de La Bañeza subscribe un oficio según el cual se halla instruyendo expediente para mejorar el alojamiento de la fuerza a su cargo establecida en la ciudad, por haber sido declarada inhabitable la casa-cuartel y negarse el dueño del inmueble a realizar las obras de mejora, y pregunta si el Ayuntamiento está dispuesto a construir un nuevo edificio destinado a acogerlos o a facilitarles uno en condiciones de habitabilidad; a aumentar el importe del alquiler que abona, y en qué cuantía, en otro caso; o se compromete a mantener el mismo que ya viene costeando, todo ello como base para el concurso que si procede ha de abrirse para la provisión de residencia de la citada fuerza, y acuerda por unanimidad el Consistorio seguir sufragando la misma cantidad por alquiler, después de apuntar el alcalde, Juan Espeso González, la necesidad de construir un cuartel de nueva planta, a lo que se opone la minoría socialista. Se anunciaba al poco (al comenzar octubre) en un periódico de la provincia el arriendo de un edificio para acuartelamiento del puesto de la Guardia Civil de La Bañeza, por tiem-po indeterminado y precio de 2.500 pesetas anuales.


Guardia civil de Caballería
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A la mitad de abril de 1934 quedaban suspendidas las órdenes cursadas para el traslado de la benemérita fuerza asentada en la ciudad, pero lo eran con la condición de que se construya de nueva planta o se le facilite adecuado alojamiento, por el vecindario, el Ayuntamiento, o entidades particu-lares, una de las cuales, la Patronal Bañezana, decidía acometer la construcción de un nuevo cuartel con la colaboración de los vecinos y la de otras que se le sumaran, pretendiendo retomar para su ejecución “a la mayor brevedad y valiéndose del proyecto de entonces con las modificaciones que aconsejen las circunstancias y necesidades actuales” el viejo acuerdo de 1911 por una comisión que, además de haberse desplazado a León y conseguir de los mandos provinciales de la Benemérita retractarse de la ya decidida supresión de aquel puesto, recogió firmas de un numeroso grupo de vecinos (219 suscribieron la solicitud) para reclamar “la construcción de una casa-cuartel que reúna
condiciones siquiera medianamente buenas, como la tienen otros pueblos de inferior categoría” (Veguellina cuenta con una nueva y confortable que avergüenza a la casona vieja y destartalada de nuestra ciudad, se decía), alarmados por no disponer el Ayuntamiento de presupuesto para edificar nuevos locales para tal destino y por la posibilidad de que ante las notables deficiencias de higiene y habitabilidad que el edificio alquilado en el que entonces se aloja presentaba pudiese ser trasladada la fuerza a otra localidad, “con grave menoscabo para la tranquilidad pública de esta ciudad y su comarca”, y considerando además que con ella “el problema del paro que parece iniciarse entre nuestros obreros podría encontrar una pronta y por algún tiempo definitiva solución, dándoles traba-jo remunerado y eficaz”, mientras el propietario del inmueble pide que se le libre, pues lo necesita para instalar en él su negocio de vinos, y se formula un nuevo proyecto por el ingeniero militar ba-ñezano Fernando López Fernández (que obsequió gratuitamente a su ciudad, y cuya memoria des-criptiva firma el 3 de diciembre de 1934 desde Guadalajara), de cuya materialización se va a ocupar el contratista Constantino González Prieto.
Se constituye entonces una Agrupación de Vecinos que de nuevo acopia suscripciones, con el impulso ahora de la entidad bañezana La Patronal y desde la comisión vecinal que la representa (la presidía en septiembre de 1934 el abogado Gaspar Julio Pérez Alonso, y en diciembre de 1935 el propietario César Seoanez Romero), y transcurre el año, y el siguiente, en reuniones de la Corpora-ción y su alcalde entonces, Julio Fernández de la Poza, con los representantes vecinales; en visitas a solares municipales aptos para el asiento del cuartel (se consideró una parcela comunal en la carre-tera de Villalís); y en interesar en Madrid en que éste se construya a los ministerios y organismos competentes: a diputados leoneses como Félix Gordón Ordás, Antonio Álvarez Robles (notario en Palencia) y el clérigo Pedro Martínez Juárez; al militar bañezano Herminio Fernández de la Poza; a la Junta Nacional de Defensa contra el Paro; al Gobernador General de Asturias (del que depende entonces la Guardia Civil desplegada en la ciudad), y al Inspector General del benemérito Cuerpo, que señala “la conveniencia de dotarlo de alguna torreta o tambores para la defensa en caso de ata-que” (prevención sin duda relacionada con los numerosos asaltos sufridos por cuarteles en la recien-te insurrección asturiana y en las varias de los años anteriores). Mientras aquellas gestiones avanza-ban, el viejo cuartel (en un triste anticipo de lo que volvería a ocurrir después de julio de 1936) fue testigo de apaleamientos y otras torturas infligidas precisamente a algunos de los obreros implica-dos en la revuelta asturiana de octubre antes de ser arrojados a poblar el también ruinoso y atestado Depósito Municipal de Presos y Detenidos de la ciudad, como recogió Gordón Ordás ante la opi-nión pública y el presidente de la República en sus denuncias de diciembre de 1934 y enero del año siguiente.
Ya en 1935 La Patronal, desde su sede en la calle de Pérez Crespo, urge al Ayuntamiento la inmediata construcción de la casa-cuartel para alojar a los efectivos del puesto bañezano (depen-diente de la Tercera Compañía encabezada por el de Valencia de Don Juan, y uno de los doce cabe-ceras de línea del que dependen a su vez otros cercanos –los de Destriana, Santa María del Páramo, Alija de los Melones, Nogarejas y Truchas-, parte de los 51 de la Comandancia de León desplega-dos en tres Compañías por toda la provincia) o que le facilite edificarlo a sus expensas en el solar de la Huerta de los Quiñones -desamortizada antaño- que meses antes, en abril de 1934, había entrega-do al Consistorio, para la construcción de la Plaza del Ganado, José Marcos de Segovia, su dueño por herencia de su tío José Latas (a cambio de 90.000 pesetas pagaderas por el Ayuntamiento en dos plazos anuales), y que la Corporación ahora a su mando decidiera destinar para ello al finalizar aquel año como aporte municipal a las suscripciones populares que entonces se avivan (animadas tras el reconocimiento que en todas partes, y también en la ciudad, se había hecho a las fuerzas que sofocaron la revuelta del pasado octubre) hasta alcanzar a la mitad de lo que el proyecto señalaba como su coste. En 1936 se produce por falta de dinero un pequeño paréntesis en los trabajos, iniciados a mediados de 1935, y producida la sublevación militar del 18 de julio crece en muy alto grado la voluntad de rematar la construcción, y también las aportaciones dinerarias para continuar la obra (con cinco mil pesetas contribuye en noviembre la Azucarera de La Bañeza, aunque a algunos suscriptores habría de insistírseles para que completaran las cuotas comprometidas) que se inaugurará por fin el 27 de mayo de 1937.
La atención facultativa y farmacéutica de los guardias civiles (y de los carabineros) y sus familias estaba a cargo de la Junta administrativa de la mancomunidad de municipios de la demarcación a la que da servicio el cuartel, en parte proporcional a la población de cada uno de los que la componen, y así, en octubre de aquel mismo año 1937, el médico de la Asistencia Pública Domiciliaria del Ayuntamiento de La Bañeza, Manuel Marqués Pérez, le reclama las cantidades que por tal concepto se le adeudan. No había prosperado la propuesta de agosto de 1931 de Santa María del Páramo, que La Bañeza secunda (lo mismo que Carrizo), de que se les eximiera de aquel canon, y así se recogía el 30 de septiembre en La Medicina canaria, revista técnica y de intereses profesionales.
A la altura de 1955 desde el Consistorio bañezano se solicita a la Comandancia General de la Guardia Civil que fije una renta anual de alquiler de la casa-cuartel con la que aquél pueda afrontar los gastos de su reparación y mantenimiento, que aún corren de su cuenta. En 1957 acuerdan abonarle 14.000 pesetas por tal renta desde 1950, que han de reclamar en 1966 por no haber sido aún pagadas desde entonces.


Efectivos del Puesto de la Guardia Civil de La Bañeza a finales de 1934: Primera fila (sentados de izda. a dcha).- Mauricio Villar Zarza. Pedro Lagarejo Villar, cabo. Tomás Pérez Renedo, teniente comandante del Puesto. Aureliano Co-breros Pérez, cabo. Avelino Torres Martín. Segunda fila (de pie de izda. a dcha.).- José Ríos Vicente. Florián Cordero Juárez. Dionisio García del Buey. Jesús Núñez Flórez. Olegario Ferrero Barrio. Francisco Martínez Barrios. Nemesio Alonso Villar. Florencio Villastrigo Cadenas.

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