miércoles, 14 de octubre de 2015

78.-La Unión Patriótica Nacional y el Somatén en La Bañeza.-

El dictador Miguel Primo de Rivera creó en abril de 1924 una fuerza política al servicio de su régimen: la Unión Patriótica Nacional (UPN), un partido oficialista con la fina

lidad de hacer propaganda de su imagen y divulgar la ideología derechista y católica del sistema impuesto por la incruenta asonada militar de un año antes; a tal objeto llegó a contar con el apoyo de setenta perió-dicos oficiales. Es el propio autócrata el que marca la línea ideológica del nuevo partido: rechazo de la democracia liberal, desprecio del sistema parlamentario, unicameralismo corporativista, naciona-lismo centralista antirregionalista, defensa de la religión católica, rechazo a la política de partidos, y anticomunismo. Él mismo definió a su creación como un “partido político, pero apolítico, que ejer-ce una acción político-administrativa”; como “un partido central, monárquico, templado y serena-mente democrático, al servicio de ideales de orden y justicia”, y más adelante hizo para él una divi-sa: “Patria, Religión y Monarquía”, adaptación del antiguo lema triádico carlista “Dios, Patria y Rey”.
El día 17 de septiembre de 1923, cuatro después del pronunciamiento y golpe de estado el dictador creaba o extendía el Somatén, con el modelo del existente desde el siglo XI en Cataluña (desaparecido en el XVIII con Felipe V y resurgido en el XIX para colaborar con las fuerzas arma-das durante la Guerra de la Independencia), “para garantizar el orden público y para la defensa y cumplimiento de la ley”.
El de León dependía, con Galicia y Asturias, de la VIII Región Militar. “Concurso de ciuda-danos honrados, mayores de 23 años y de reconocida moralidad, comprometidos para la defensa del orden, sobre todo en el campo y pequeñas poblaciones, y que en caso preciso colaborarán con la Guardia Civil para el mantenimiento de la Ley”, su presencia se generalizó desde 1924 como mili-cia ciudadana armada (“usarán armas largas de su propiedad, y las autoridades militares concederán a los cabos, subcabos y escoltas de bandera el uso de armas cortas, disponía el artículo 5º del Real decreto que lo instituyó) auxiliar en la persecución de delincuentes y barrera en la contención del bolchevismo y de sus ideas disolventes. Por cierto que inscribirse y pertenecer a un Somatén fue entonces subterfugio socorrido para disponer de armas largas y de licencia para cortas, burlando así las disposiciones gubernamentales de desarme de una sociedad en la que abundaban ilícitamente en demasía (y seguirían abundando).
En 1926 la UPN estaba ya asentada en todas las provincias. En cada localidad se formó un Comité de Partido Judicial, que nombraba sus representantes en el Comité Provincial. Sus afiliados y adherentes ocupan los cargos en ayuntamientos, diputaciones y gobiernos civiles, y proceden pri-mordialmente de los sectores más económicamente pujantes de la sociedad, en su mayoría de la burguesía agrícola, dirigentes de organizaciones católicas, componentes de la antigua oligarquía caciquil, mauristas, carlistas y antiguos liberales. Respecto al número de los que llegaron a engrosar sus filas, la revista del partido los cifró en torno a 1.700.000, aunque algunos historiadores señalan cantidades próximas a los 500.000. A pesar de que uno de los objetivos políticos de la dictadura era “extirpar el caciquismo”, lo cierto es que la Unión Patriótica incorporó a sus filas a muchos de los antiguos caciques, que vieron en el partido oficialista la posibilidad de regenerarse políticamente, de reciclarse y continuar ligados al poder.
La UPN, tras el fallecimiento del dictador, se convirtió en abril de 1930 en Unión Monár-quica Nacional, para integrarse en Falange Española en 1936 después del fallido intento de los inicios de 1930 de crear un partido de centro con sus restos y con el apoyo de los que habían sido ministros en la dictadura, impedido por la desbandaba de quienes formaran en sus filas. De hecho, en León a mediados de febrero de 1931 en los locales ocupados antes por la Unión Patriótica se abría el nuevo Círculo organizado por la Juventud Monárquica leonesa.
En nuestra provincia surgió aquella formación con ánimos regionalistas, integrada por ultra-derechistas, mauristas y conservadores reciclados con aspiraciones de ocupar el espacio de los vie-jos partidos de la Restauración, invocando para ello los intereses provinciales. En Astorga el obispo presidió con presto y declarado entusiasmo su asamblea fundacional. La UPN encontró en el clero y en el profesorado de los centros de enseñanza leoneses la élite intelectual que aportó contenido ideológico a la obra de la dictadura. En León editaba su propia revista con el título de Región Leo-nesa; en Villamañán existirá un Círculo de Unión Patriótica desde finales de enero de 1928, y en La Bañeza el abogado José Marcos de Segovia dirigía La Opinión, órgano oficioso de la Unión Patrió-tica local. El letrado Gaspar Julio Pérez Alonso formó parte como vocal de la directiva provincial. José Santos Fernández, bañezano que ejercía de notario en Santander, integró la representación pro-vincial leonesa en la Asamblea Nacional, espejismo parlamentario con carácter solo deliberante, caricatura de las Cortes disueltas.
En 1925 fue homenajeado por la corporación municipal en el Teatro Seoanez de La Bañeza Manuel Fernández y Fernández Núñez, gobernador civil de Lérida desde el año anterior, lo que indica que también él debió de ser uno de los numerosos atraídos en tantos lugares y al principio por el deslumbrante señuelo de regeneración de la vida nacional que la “cirugía necesaria” de la dicta-dura de don Miguel representó para tantos. De hecho, dos años antes era aquella una idea y un sen-timiento tan extendidos, que los muestra en La Bañeza en septiembre de 1921, en entrevista en El Sorbete, incluso una joven como Tránsito Alonso Llamas (una de los siete hijos de Menas Alonso Fresno y de Loreta Llamas, y hermana del autor de Vendimiario), a la que se presenta como sufra-gista templada y feminista, contraria a un régimen que posterga a la mujer, y que manifiesta que “por la ausencia de la regeneradora trinidad: patriotismo, dignidad y buena voluntad, es tan necesa-rio hacer un buen barrido en nuestra política”. Uno de los atraídos entonces por las perspectivas y los horizontes que aquel cambio de régimen parecía representar (y después desengañado, como tan-tos) habría sido el político leonés Félix Gordón Ordás, entusiasta adalid del republicanismo luego, quien (a juzgar por lo que –copiado de El Diario de León- de él se dirá en la sección “Adelantando” del semanario bañezano El Adelanto el 14 de diciembre de 1935) “fue de la dictadura en aquellos ‘siete años indignos’, y calificó a la dictadura de ‘advenimiento feliz’, escribiendo versos religiosos en la revista Unión Patriótica” (lo que, de ser cierto, habría sucedido antes de que el dictador lo desterrara, aunque don Félix lo negará calificándolo de burda calumnia del rotativo leonés). Los deslumbrados fueron muchos, y de ellos bastantes arribaron luego al socialismo o al republicanismo de izquierdas (pasando a veces por el radical-socialismo).
La noticia del pronunciamiento en un periódico de entonces

A finales de junio de 1926 y en 1929 el dictador visitó León, acompañado en la segunda ocasión por el maragato y entonces coronel Toribio Martínez Cabrera, lo que cabría interpretar co-mo adhesión a Miguel Primo de Rivera y a su régimen, por cuanto su situación era de disponible en La Coruña. En el último año había somatenes militarmente organizados en casi todos los munici-pios de la provincia. En la capital se encargó de su organización el ex concejal Eulogio Crespo Ge-ro; en Astorga el banquero Pedro Domínguez, y en La Bañeza el militar retirado, abogado, y regen-te de una de las administraciones de tabacos Ildefonso Abastas Prieto (alcalde de 1920 a 1923 y en 1930). Se financiaba con fondos estatales, complementados luego con donativos (el ayuntamiento bañezano lo subvenciona con 100 pesetas en octubre de 1929) y suscripciones al Boletín del Soma-tén, y terminó siendo un mero adorno para realce de los actos del régimen que lo había creado. Al inicio de septiembre de 1928 la Bandera del Somatén del Partido Bañezano contaba con 340 indivi-duos, incluidos los cabos y subcabos (2) que los mandaban desde La Bañeza y los que lo hacían desde los distritos (15 de cada clase) y los pueblos (4 y 6), uno de ellos, Domingo García de Luís, en el de Nogarejas.
Muchos fueron también en nuestra tierra quienes se adhirieron al proyecto de la Unión Pa-triótica Nacional del dictador, entre ellos políticos que lo habían sido antes, y lo serían después, de las más variadas tendencias, algunos transitando una llamativa evolución ideológica que los llevaría años más tarde a militar, y a morir por ello en tantos casos, en el socialismo o en el republicanismo de izquierdas: En junio de 1924, “salvada España del desastre y de la ruina por la valerosa interven-ción del general Primo de Rivera”, se dice en el boletín de adhesión a su Comité en el distrito de La Bañeza, la preside Gonzalo Fernández de Mata (diputado provincial y su eficaz promotor en estas tierras), es vicepresidente César Moro Blanco (médico; lo había sido años antes municipal de Soto de la Vega), secretario Servando Juárez Prieto (maestro), y vicesecretario Francisco Baeza. Entre los vocales y los ya entonces adheridos aparecen industriales como Santiago Casado, Benigno Isla Carracedo, Vicente González Prieto, José y César Seoanez Romero, Salvador González, o Francisco Ruiz García; integrantes de la élite intelectual y cultural bañezana como José Fernández y Fernán-dez Núñez y Salustiano Casado Santos; políticos locales como Juan Fernández de Mata, Ildefonso Abastas Prieto, o José de Paz Pérez; médicos como Manuel Marqués Pérez (llegará a ser después Jefe Local de Falange, más tarde Jefe Provincial, diputado provincial desde agosto de 1937 y presi-dente de la Diputación de octubre de 1941 al mismo mes de 1942); clérigos como José Rubio Mar-tínez y Juan Combarros Cabero, o maestros como Enrique Fernández Cabal, Elisardo Moro García y David Escudero Martínez. Creemos que quien aparece como Herminio Fernández sea de la Poza, militar (al igual que Ildefonso Abastas, aunque éste figura ya como retirado de la milicia en mayo de 1915) que años más tarde será diputado por el Partido Republicano Radical de Lerroux en las Cortes Constituyentes republicanas de 1931 y candidato de nuevo en las elecciones de febrero de 1936, tenido por masón y represaliado por ello.
Resalta la ausencia en el listado de esta fecha de personajes bañezanos que después debieron de integrar sin duda aquel Partido “de buenos ciudadanos”, de “personas serias y respetables” que desde él ”acaso defendían sus vidas y haciendas no ha poco seriamente amenazadas” (cuando la huelga general de agosto de 1917), como los abogados José Marcos de Segovia o Gaspar Julio Pé-rez Alonso, ambos diputados provinciales upetistas antes del transcurso de un año, director el pri-mero del semanario La Opinión, difusor oficioso en La Bañeza de las tesis, opiniones y logros de aquella dictadura, además de presidente de la Unión Patriótica local, y el segundo vocal en la Junta Provincial de la UPN Leonesa. También es de notar la falta entonces del industrial Ceferino Martín Martín, uno de los fundadores de aquella upetista publicación y colaborador en las dos etapas de la misma, derivado más tarde, como tantos, al Partido Radical y presidente de su Círculo en La Bañe-za a la altura de agosto de 1931.
En agosto de 1924 aparece en la ciudad bajo la dirección de José Marcos de Segovia el se-manario independiente La Opinión (mientras se mantuvo, hasta julio de 1928, más dependiente de la UPN de lo que se proclamaba), publicado “previa revisión por la censura militar”, y cuya redac-ción integraban un nutrido grupo de prohombres locales a los que cabe por ello adjudicarles alguna
afección o simpatía por la formación política que la publicación representaba y promovía: Alfredo González Santos (maestro), Aureliano García Martínez (abogado), Ceferino Martín Martín, Emilio de Prada, Eugenio de Mata Alonso, José Fernández y Fernández Núñez, Luis Vigal Tinajas (era nombrado médico de Villamontán en mayo de 1916), Mariano Andrés Luna (médico; con el tiempo falangista), Toribio Santos Santos (industrial que terminará siendo socialista), Ventura García Bece-rril (profesor mercantil), y alguno natural de otros lugares, como Luís García Holgado (socialista con el tiempo), que lo era de La Fregeneda (Salamanca) y residía en La Bañeza en su condición de Administrador de Correos, varios de los cuales vendrán a tener un marcado y a veces trágico (cuan-do no enfrentado) protagonismo de una u otra manera una vez que pasados unos años se desate en julio de 1936 la vorágine de sangre.
Numerosos maestros se sumaron como aquí en todas partes con entusiasmo en un princi-pio a las “ansias de regeneración patria” que aquel Partido Nacional decía encarnar, y en estas tie-rras bañezanas resultó especialmente curiosa y significativa la implicación que con el mismo tuvo David Escudero Martínez, maestro de Castrocalbón y alcalde de la villa además de cabo de su So-matén entonces, muy cercano al dictador, con el que llegó a compartir alguna jornada de pesca en el Lago de Sanabria en una de aquellas visitas que don Miguel hizo a nuestra provincia, pocos años después entusiasta republicano y socialista, fusilado por ello en León en marzo de 1937.
Con Primo de Rivera en León en 1929. David Escudero pudiera ser el primero por la derecha (delante del mili-tar maragato Toribio Martínez Cabrera)

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