El día 15 de noviembre de 1931, en el semanario bañezano La Opinión, los maestros de las escuelas nacionales de La Bañeza, Ricardo Álvarez Acedo, Antonio Juárez Crespo, Cecilio Sixto Toral Manjón, Francisca Pascua Riesco, Carlota Fernández Trobajo y Dionisia Arconada Ontañón, firman un manifiesto “a favor de la escuela laica y única y contra el clericalismo que no se resigna a perder el monopolio de la enseñanza ni el predominio sobre las conciencias, y que, intolerante, lanza en hojitas parroquiales y otros impresos una campaña tendenciosa y sectaria excitando a los padres a que no manden a sus hijos a la escuela nacional e injuriando y zahiriendo a los maestros”; un esclarecedor escrito en el que se posicionan a favor de la escuela aconfesional y neutra, activa, igualitaria y coeducativa, la que acabará con “espectáculos inhumanos como los poco caritativos y cristianos de escuelas sin calefacción en el invierno, a las que asisten pobres niños calzados de zapatillas húmedas y sin más abrigo que una blusa, y bochornosos de colegios particulares en los que los niños pobres que reciben enseñanza gratuita entran y salen por distinta puerta que los ricos y uniformados”, y de escuelas como las del Padre Manjón o Teresianas que “reciben de gratificación 50.000 pesetas mientras a la mayoría de las escuelas nacionales se dan para material, limpieza y demás 147 pesetas anuales”, y en el que manifiestan que “acatan el régimen republicano como ciudadanos y maestros, por íntimas convicciones o por disciplina social, y que retiraron de las aulas los símbolos religiosos con respeto y cumpliendo rectamente la Ley, a la cual han sujetado, sujetan, y sujetarán su actuación profesional…”.
(El 17 de febrero de 1932 tendría lugar una manifestación de más
de 500 señoras, que reunidas en el Teatro Pérez Alonso, previa convocatoria de
la Junta local de la sección bañezana de Acción Femenina Leonesa, se
trasladaron a las escuelas y a la alcaldía para pedir que se volvieran a
colocar los crucifijos en las escuelas).
Tal vez apuntaran los maestros bañezanos en su
crítica al cercano Colegio Carmelita, en el que (al igual que en otros muchos
colegios privados religiosos) al menos hasta los años sesenta del pasado siglo
existieron dos categorías de alumnas, las de pago y las gratuitas, con uniforme
completo las primeras y vistiendo una sencilla bata blanca las segundas; sin
compartir aulas ni patio, y tampoco puerta, pues accedían unas por la principal
y las otras por la muy inferior situada en la corrupia, entre charcos, barro, mugre y orines que allí se
acumulaban. Algunas de las alumnas gratuitas eran becadas, y debían por ello de
ocuparse de la limpieza de las aulas y otras dependencias.
Un episodio de la virulenta guerra escolar entre la escuela confesional y la escuela laica decretada
por la Constitución desatada por los sectores sociales más conservadores que
también se libraba en nuestra tierra (“el maestro de Felechares no ha retirado
de la escuela el retrato del exrey”, se dice a la mitad de diciembre en el
semanario astorgano y socialista El
Combate), y de la que formaría parte, además de los relacionados con la
simbología religiosa en los centros de enseñanza, el denunciado por el concejal
socialista Porfirio González Manjarín en el pleno del 21 de septiembre de 1932,
según el cual las señoras de la bañezana Conferencia de San Vicente de Paul
(portadoras tal vez de “aquella moral religiosa defensora de los privilegios
sociales y que crea primero la miseria para después atribuirse la virtud de
socorrerla”, según señalaba el bañezano y socialista semanario Avance el
9 de julio de aquel año), “por una hogaza de pan que regalan a algunos pobres
durante la semana hacen propaganda diciéndoles que deben de mandar a sus hijos
a las escuelas privadas en vez de a las públicas”, y esto debe de ser corregido
(añadía. Decidía la corporación en aquella sesión municipal que tales
actuaciones eran coactivas, y se acordaba tenerlas en consideración).
A los padres de niños pobres se dirigía poco después
mediante bando la alcaldía para hacerles saber que podían solicitar del
ayuntamiento ropas y zapatos proporcionados por la Junta de Protección a la
Infancia, y en el pleno del 30 de noviembre se presenta oficio de los maestros
de las Escuelas Graduadas en el que dicen que “sienten la República y desde su
proclamación piensan en una escuela más agradable y esperan con impaciencia las
prometidas mejoras”, y que acompañan escritos de escolares en los que muestran
el ansia de ver cumplidas sus infantiles ilusiones de disponer de carbón para
las estufas, anhelo que se decide se les cumpla a aquellos niños que, al decir
de sus maestros, “reconocen en la República un régimen más justo y humanitario
que la Monarquía”, proponiéndose además por la minoría socialista que se dote de
calefacción central a las escuelas.
Estos eran los escritos de maestros y escolares llevados a
aquel pleno:
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Escuela Graduada de Niños
La Bañeza
Los niños también sienten la República y reconocen en ella
un régimen más justo y humanitario que la Monarquía. Desde la proclamación de
aquella piensan en una escuela más agradable y esperan con impaciencia las
prometidas mejoras, entre las que se destaca, quizá por ser de actualidad en la
estación invernal, la calefacción, que ellos creen ingenuamente que les ha de
proporcionar el Ayuntamiento, como parece deducirse del hecho siguiente:
El día 24 del actual ordenó a sus discípulos el Maestro de
la 3ª sección de esta escuela graduada un trabajo libre de redacción. Sucedió a
la orden un breve cuchicheo de mesa en mesa y al cabo de 20 minutos todos
habían redactado algo que ellos llaman una instancia; cuyos ejemplares más
típicos tenemos el gusto de acompañar, atendiendo al expreso ruego de sus
autores, para no destruir el efecto educativo de un acto espontáneo que
condensa tantas infantiles ilusiones.
Reconocemos los maestros cuanto significa la petición que
los adjuntos escritos entrañan; pero nos consideramos en el deber de darle
curso, tanto por no desairar a los niños que los hicieron con el expreso deseo
de que llegaran a su destino, como porque reflejan la verdadera necesidad que
sienten de calefacción, y porque la escuela ha de ser una sociedad en pequeño,
en que el niño, sin dejar de ser niño y de vivir su propia vida, debe aprender
a ejercitar sus deberes y derechos de hombre.
Suplicamos al Ayuntamiento de su digna presidencia que dé a
esta comunicación la interpretación debida y que vea en ella solamente la
transmisión de un ruego de inocentes y tiernas criaturas que sienten frío, a
quienes por su ingenuidad y por el efecto educativo debemos todo el apoyo moral
ante la justicia de una petición que esperamos ha de ser atendida.
Viva Vd. Muchos años.
La Bañeza, 27 de noviembre de 1931.
Antonio Juárez Cecilio Toral Ricardo Álvarez
Sr. Alcalde constitucional del Ayuntamiento de La Bañeza.
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Sr. Alcalde de La Bañeza.
Hace algún tiempo vengo observando que una estufa
arrinconada pide clemencia desde más de un año. Gracias a los cuidados que
nosotros le hemos prestado no ha criado moho. Nuestros padres votaron la
candidatura republicano socialista con la esperanza que la escuela graduada
floreciera y tuviera más comodidades que con la monarquía. Le rogamos nos mande
combustible pues estamos expuestos a perder la estufa y a tener menos
comodidades que anteriormente. Los alumnos de la escuela graduada.
Santiago Alonso
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Sr. Alcalde de La Bañeza.
Como creíamos que la República nos daría para una estufa que
teníamos arrinconada detrás de un tablero desde el otro año.
Le escribimos diciendo que los compañeros y yo tenemos mucho
frío.
Le decimos que nos dé para carbón, pues hemos tenido que
llamarle la tención a nuestro profesor diciéndole que seba a
pudrir.
Y si usted nos da para carbón lo recibimos con mucho gusto.
Segundo Aparicio Vega
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Sr. Alcalde de La Bañeza.
Pedimos los niños de la escuela carbón para una estufa que
tenemos arrinconada tras de un tablero, ya el año pasado estuvo como está este
año parece que ya va criando moho. Creíamos los niños de la escuela que ahora
con la República nos iban a dar carbón pero como vemos que no nos lo dan
tenemos que pedirlo los niños de la escuela al alcalde de La Bañeza porque
tenemos frío y da lástima ver temblar algunos niños pobres sin más abrigo que
una blusa y unas zapatillas rotas y úmedas.
Teodoro Juárez
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Sr. Alcalde de La Bañeza.
Yo creo que la escuela es el principio de los hombres porque
allí se forman las ideas y se hacen trabajadores, así que es donde el pueblo
debe poner más estímulo para las comodidades y gracias a Dios tenemos algunas
pero nos faltan las principales una de ellas, es el pájaro para una jaula que
está aquí en esta escuela hace algún tiempo que está criando moho (me refiero
al carbón y la limpieza de los arbañales) pues ya sabe V. que aquí
venimos todos pobres y ricos. Y así como unos tienen con qué abrigarse otros no
y da pena vernos unos y otros temblando de frío y encima sin poder salir a dar
cuatro brincos al patio para calentar porque está lleno de agua. Sin más por
hoy queda de VSSS.
Antonio González
***
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