martes, 10 de junio de 2014

36.- Una jiminiega en la Residencia de Señoritas.-

En 1876, en el gobierno conservador de Cánovas, catedráticos separados de la Universidad Central de Madrid por defender la libertad de cátedra y negarse a ajustar sus enseñanzas a dogmas oficiales en materia religiosa, política o moral, crearon la Institución Libre de Enseñanza (ILE), en colaboración con, entre otros, el regeneracionista Joaquín Costa. Una forma de apoyar desde la ILE la formación de personal altamente cualificado en las diversas ciencias y humanidades, y un empeño más de los brotados desde ella para acabar con la marginación, científica en este caso, fue la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), nacida en 1907 y presidida por el ya eminente Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina el año anterior. Entre aquella fecha y 1939 se formaron casi todos los intelectuales y científicos españoles gracias a las becas de esta Junta. Una de las becadas, en 1924-1925 para estudiar durante nueve meses en Suiza y Alemania la psicobiología infantil y “El influjo sentimental y la secreción interna en el desenvolvimiento del niño”, fue Francisca Bohigas Gavilanes (importante figura política del conservadurismo leonés en todo el periodo republicano), entonces Inspectora de primera enseñanza en Lérida y después en León y en la zona bañezana, donde aportaría lo aprendido para que los planes de estudio y las escuelas se adaptaran a la realidad del niño, en consonancia con el paidocentrismo y las nuevas orientaciones europeas en materia educativa. Años antes había sido pensionado para estudiar el lenguaje leonés en Alcañices, Sanabria y La Bañeza el licenciado en Filosofía y Letras Agustín Blánquez Fraile (el primero de todos los de la JAE), discípulo de Ramón Menéndez Pidal, y también lo sería entre 1920 y 1924 el astorgano Gabriel Franco López en sus estudios de economía política y hacienda pública, así como sobre la reforma agraria, en Alemania y Bélgica.
Bajo la protección de otro afán cultural y de progreso muy leonés, la Fundación Sierra Pambley, fue la provincia una de las que más se aprovechó de la labor regeneradora de la JAE (muchos fueron los paisanos becados por aquélla, y entre ellos dos estudiantes residentes: Consuelo Sáenz de la Calzada –uno de sus hermanos, Luís, sería actor en La Barraca- y María Luisa Fanjul) y de las posibilidades ofertadas por las demás instituciones krausistas, como la Residencia, levantada por Jiménez Fraud en la tradición de los colleges anglosajones y cuyos pabellones desde 1910, fecha de su creación, se vieron poblados por muchos leoneses (32 al menos hasta su desaparición en 1936), varones la mayoría pero también por algunas adelantadas mujeres universitarias como las citadas y la jiminiega Modesta Fernández Sanjuán, detentadora del no pequeño privilegio de formarse en la equivalente Residencia de Señoritas (Francisca Bohigas había sido una de sus huéspedes en el curso 1917-1918, y también pasarían por ella, además de la citada Consuelo, Concha Espina, la leonesa Nieves González Barrio -una de las primeras mujeres médico de España, la segunda colegiada en todo el país-, y la maragata Manolita López), dirigida por María de Maeztu y en la cercanía e influencia de artífices del siglo XX como Einstein, Paul Valery, Curie, Ortega y Gasset, Unamuno o Ramón y Cajal, y de excepcionales artistas de vanguardia (sería expropiada al final de la guerra, pasando a manos de la Falange), que enlazó en ella con La Barraca, el grupo de teatro creado por Federico García Lorca, con quien mantuvo amistad, y allí se hizo novia de José Caballero, el pintor y autor de los decorados y carteles de las obras representadas por aquella compañía de teatro itinerante, en la que participó con pequeños papeles junto a Francisco Grande Covián entre otros muchos actores amateurs. La Guerra Civil truncó su relación con el pintor y después de la contienda se trasladó a Oviedo, donde acabó su licenciatura en Ciencias Químicas y se ocupó como profesora y bibliotecaria en la Universidad desde 1949 hasta su jubilación en 1984.
José Caballero, amigo de Lorca, ilustrador de su Llanto por Ignacio Sánchez Mejías y colaborador de La Barraca, fue a partir de la guerra decorador de La Tarumba (remedo falangista de aquélla), propagandista nacional, pintor de cámara del Movimiento, y “triste ejemplo de la mala conciencia y la doble moral, hijas de la mala memoria que amargó su vida”, a pesar de haber sido eliminado por razones políticas entre 1956 y 1976 de las muestras pictóricas internacionales.

Logros como los de Modesta Fernández (su padre, Dionisio Fernández Vivas, había hecho fortuna en la emigración a ultramar) y sus compañeras se nos muestran como infrecuentes avances o anticipos en un país en el que hasta 1910 la mujer no pudo ir a la Universidad libremente, y en una sociedad provincial en la que desde 1887 a 1930 la población analfabeta en su conjunto disminuye progresivamente de porcentajes del 55% al 19%, pero prácticamente se mantienen los referidos a varones (23%) y mujeres (77%), con tan señalada diferencia para el caso de éstas. 
 

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