martes, 29 de abril de 2014

Alberto López Fernández: Un abogado y comerciante culto


José Cruz Cabo
A Alberto López le conocí y le traté mucho. Mi primer recuerdo de él, está ligado a mi profesión de tipógrafo, que fue la primera vez que hablé con él. Estaba componiendo un recordatorio de defunción y había un nombre que no lo leía, dado que estaba escrito a mano y mal hechas las letras. Yo leía Colatines, pero ese nombre no me sonaba. Estaba diciéndole a mis maestros Cadenas y Pepe Alday, qué leian ellos y también leian lo que yo, se lo dije a mio tio Rafael Cabo, que era el dueño de la imprenta y me dio la misma solución, pero yo no estaba conforme y en esto entró Alberto, que estaba de vacaciones de la Universidad y le dije qué era lo que leía, y contestó que Colatines, como los demás, y que existía el nombre. Yo aunque rehacio, terminé el recordatorio y se imprimieron los ejemplares que nos habían encargado, pero cuando llegó la familia y leyó el recordatorio, preguntó que era eso de Colatines, que nos habíamos confundido, que el nombre era Catalina. Recordatorios que fueron a la basura porque hubo que hacer otros con Catalina.
Pero pasados unos años, ya casado con Emilina de Mata y propietario de la Casa Perico, donde se vendía de todo, y estaba instalada en donde hoy se ubica el Banco de Sabadell, me comentó un día que quería hacer  un premio de Cartas infatiles a los Reyes Magos, ya que ponía a la puerta del establecimiento, un rey mago que en este caso era Baltasar, para que los pequeños dejaran las cartas allí, ya que en ese establecimiento también se vendían Juguetes. Que lo convocara el Adelanto, y que él se hacía cargo del coste de los premios, que se entregarían el día de Reyes por la mañana.
Así lo hicimos varios años, hasta que el establecimiento se cerró. Alberto se quedaba asombrado de la inventiva y buena redacción de algunas de las cartas, que en el caso del jurado que se reunía dos días antes de Reyes, se discutía mucho, porque decía que algunas cartas estaban redactadas por los padres, cuando a un padre y yo ya lo era, no podían ocurrirseles las cosas que se le pasan por la imaginación a un niño. Recuerdo una de las cartas que causó sensación al jurado y a Alberto, era de uno de los hijos de Julio González Dúviz, y estaba redactada de forma impecable, y yo sabía que su padre no podía haberla escrito. Tuvimos mucha discusión con la carta en el jurado, pero al final se le concedió el primer premio. Era de una ingenuidad y de una redacción de auténtico niño, pero que ya apuntaba unos grandes conocimientos de imaginación y redacción. La carta fue muy celebrada, y Alberto se quedó pasmado de las cosas tan de niño y también dichas como reflejaba dicha carta. Recuerdo que Julio Duviz, el padre del pequeño, lloró de alegría al leerla.
Fue un concurso que al cerrar el comercio desapareció, y ningún comercio de juguetesde entonces quiso patrocinarlo, por lo que se perdió un concurso muy interesante y que llenaba de alegría a los ganadores o ganadoras. Alguno de los mismos eran de nuestra comarca, ya que a este establecimiento venían a comprar los juguetes desde todas las zonas cercanas. Esto me vino a la memoria y he querido comentarlo, para ver si alguno de los comercios que venden juguetes en nuestra ciudad, quieren volverlo a reeditar, ya que los niños tenian un concurso en el que se aplicaban a dejar su imaginación y a expresar su buen hacer, escribiendo cartas a los Reyes Magos con sus deseos infantiles. 

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