lunes, 21 de diciembre de 2009

Mario Núñez Alonso

José Cruz Cabo.-La vida de Mario Núñez y la mía, se cruzaron pronto, ya en la niñez, pues su madre, Dª Consolación, era vecina de mi abuela y de mis padres y Mario, al morir su hermano Pepe en el frente, durante la guerra civil, era el único varón de la casa entre tres hermanas mayores, por lo que fue siempre una persona muy mimada y como había posibles, siempre le compraban lo que quería o pedía. Mis primeros recuerdos de Mario están ligados a los años de 1935, 36 y 37, porque muchos días, sobre todo en verano, todos los niños y niñas de la calle Padre Miguélez nos reuníamos en el patio de su casa y en muchas ocasiones celebrabamos misas y procesiones, éstas no solo por el patio sino hasta en la calle. Era el que dirigía el altar de la Cruz de Mayo el día 3 de dicho mes, que poníamos en la calle del Padre Miguélez. Tenía casulla de verdad, para decir misa, capa pluvial para las procesiones, así como palio, custodia, cáliz, patena, misal de los grandes, incensario y todo lo que se necesitaba para decir misas o hacer procesiones. El año 38, dejé La Bañeza por culpa de la muerte de mi madre Everilda y cuando regresé al final del año 40, volví a ver a Mario, que ya organizaba las procesiones de la iglesia de Santa María. Pues era muy bueno organizando cosas y sobre todo procesiones u actos religiosos.

Después de mayor, seguimos viéndonos en Acción Católica, en la calle donde vivía mi abuela y mis tios, o sea la de Padre Miguélez donde el siempre vivió. Cuando llegó la edad de trabajar se colocó en el Banco Mercantil, pero como tenía que estar en dicho banco a las nueve de la mañana, a los pocos días lo dejó, porque era mucho madrugar para él. Organizaba y gobernaba todos los actos de Acción Católica, como cursillos, campamentos, retiros, obras teatrales, etc. Cuando entró don Marcelo en Astorga como obispo de la Diócesis, él estaba a su lado y un guardia municipal astorgano le dijo que allí no podía ir y él le contestó “Yo no voy con el obispo, es él quien viene conmigo”. Pasados unos años, tuvo un bazar en la calle de Astorga, durante unos cuantos años, que después se lo traspasó a mi tío Rafael Cabo, ya que siempre fueron uña y carne. Finalizada la vida comercial, Mario se dedicó a la taxidermia y se puso a disecar animales. A la vez le dió por hacerse escultor y reparar imágenes, comenzando por las que tenía en casa.

Finalmente compró un taxi y se hizo taxista, y esta profesión sí le gustaba, dado que no estaba sujeta a horas fijas. No le gustó nunca madrugar, pero sí trasnochar. Otra anécdota de Mario fue cuando Don Marcelo tomó posesión de su cargo de Arzobispo de Barcelona, porque al final del acto, fueron a saludarlo a la sacristía y Don Marcelo le dijo, “Ya sabía que estabas aquí, porque ví a uno con una cámara en los sitios de privilegio y me dije, vino Mario”. Cuando se jubiló de taxista le dió por filmar cosas, compró una filmadora y estaba en todos los actos que se celebraban en La Bañeza o a los sitios donde él iba y los filmaba todos. Debió de tener una gran cantidad de cintas grabadas, pero no se lo que habrán sido de ellas. Fue el último de los hermanos que falleció y como nunca se casó, a pesar de las muchas novias que le ponían, solo tenía tres sobrinos, dos de su hermana Pilar y una de su hermana Caridad.

Escribió mucho en “El Adelanto Bañezano, con el sobrenombre de “Indiscreto” y otros seudónimos. La gente nos preguntaba a los que estábamos en la imprenta “quien es indiscreto” y solíamos contestar “tú, que preguntas lo que no debes”. Cuando se inició la marcha hacia adelante de la Cofradía de la Vera Cruz, enseguida se ofreció para lo que fuera, y como ya estaba jubilado, se ponían Vicente Cadenas y él de acuerdo y marchaban al gobierno civil o al obispado a realizar las gestiones que fueran necesarias. Al mismo tiempo desempolvó las dos imágenes de la Cofradía, que eran el Nazareno de la caida y la Verónica, que estaban en un arcón olvidadas y las llevó para su casa, las restauró y las preparó para poder procesionarla y gracias a eso la Cofradía volvió a realizar sus procesiones semanasanteras, porque Mario había restaurado, tanto las imágenes, como otras piezas en madera que tenía la cofradía. El se encargó de grabar las primeras procesiones y fue componente del cabildo de la cofradía hasta el día que murió. Era ya por su trabajo y esfuerzo en pro de la misma, Hermano de Honor de la Vera Cruz. El se encargaba de vestir las imágenes y de ponerles los aderezos a las mismas, hasta que la rápida enfermedad pudo con él.

Durante el tiempo que Leandro Sarmiento estuvo de alcalde, fue concejal de nuestro municipio y a él lo que más le gustaba, era la organización de las cosas, eso de organizar lo llevaba en la sangre y conocía la ciudad palmo a palmo, así como a todos sus vecinos, no en balde acompañó mucho a Don Angel Riesco y a Don Francisco Viloria, cuando fueron los párrocos de La Bañeza, ya que iba con ellos a ver a los enfermos muchas veces. En fin Mario fue un hombre activo, inquieto y que realizó una gran labor en pro de la ciudad que le vió nacer.

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